Jean-Louis Santini/ AFP
Utilizando una técnica llamada “microfluidos”, los científicos revelaron que -contrariamente a la explicación que se sostuvo durante más de 50 años- la bacteria resistente sigue dividiéndose y creciendo, y que, a veces, muere.
La vieja teoría indicaba que las bacterias que sobrevivían eran aquellas individuales que paraban de crecer y de dividirse.
“La población bacteriana que persiste, sin embargo, es muy dinámica, y las células que la constituyen están en constante cambio, aunque el número total de células se mantenga”, explicó el microbiólogo Neerak Dhar.
Ésta es una información crucial, remarcan los autores, y podría ayudar a los científicos a desarrollar nuevas terapias para cepas bacterianas más difíciles de combatir, como la tuberculosis multirresistente.
“Una población genéticamente idéntica se compone de bacterias individuales con un comportamiento ampliamente variable”, dijo el investigador que lideró el trabajo, John McKinney.
Los investigadores de la Escuela Politécnica Federal Suiza de Lausana estudiaron una bacteria relacionada con otra de las que causa la tuberculosis, y la sumergieron en un fluido que contenía isoniácidos, un agente que acaba con esa enfermedad.
Entonces, descubrieron que la bacteria producía solamente una encima llamada KatG, necesaria para el antibiótico para trabajar contra ella, de una forma intermitente.
El hecho de que cuándo y cómo la bacteria deja de dividirse no está relacionado de manera estrecha con cuándo murió, dijeron los especialistas.
Sin embargo, la supervivencia de la bacteria en cualquier momento está determinada por el hecho de si producía o no la encima en cuestión.
Como en algún momento, ciertas bacterias no producían esta encima, la población entera de bacterias era capaz de sobrevivir.
Futuras investigaciones se centrarán en otros microbios, incluyendo la bacteria que causa la tuberculosis y E. coli, así como, de forma diferente, en ciertas células cancerígenas que resisten al tratamiento.
“Éste un nuevo enfoque para intentar descifrar por qué algunas infecciones son tan difíciles de eliminar”, dijo McKinney, asegurando que las técnicas están ya en uso, en colaboración con firmas farmacéuticas, para desarrollar nuevos antibióticos.