Batuta en mano el maestro de la música, Gustavo Dudamel, ofreció desde su trinchera mensajes de paz y hermandad latinoamericana durante un concierto celebrado en Caracas en apoyo al presidente Hugo Chávez.
Desde las 6:00 de la tarde, la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño comenzó a llenarse. Centenares de camisas rojas flameaban en unas butacas que tomaban parte del sudor pegado a la ropa para ambientarse de cariño y solidaridad.
Las mismas personas que rellenaban la emblemática sala venían llenas del entusiasmo provocado por la concentración realizada desde la mañana del jueves en los alrededores del Palacio de Miraflores. El grito era uno sólo: “Chavez somos todos” y se contagiaba del sonido de violas, flautas y chelos orgullos de la patria venezolana.
Integrantes de la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar asomaron sus cuerpos envestidos con una medalla del tricolor nacional para acompañar la entrada victoriosa del maestro José Antonio Abreu.
En su alocución, Abreu recordó que gracias a las políticas sociales e incluyentes del Estado Venezolano se han sumado a las filas musicales cerca de 400 mil jóvenes, quienes en otrora formaban parte de sectores vulnerados de la población.
“La presencia de jóvenes y niños venezolanos tocando y cantando música de Beethoven, bajo la conducción de Gustavo Dudamel, constituye más que un evento artístico. Se trata de la generación del futuro entonando con Beethoven la sublime oda a la alegría, himno universal de humanidad que nos invita a abrazarnos como hijos de un mismo padre redentor”.
Con la motivación de sus palabras aparecieron los cabellos rizados de Dudamel y el preámbulo estaba servido. El Himno Nacional levantó de los asientos al pueblo congregado y con esto la fiesta musical comenzó.
Posteriormente, la batuta inició un movimiento brusco que encendió la chispa de la clásica Novena sinfonía en Re Menor del alemán Ludwig van Beethoven, conocida universalmente como el “Himno de la alegría”.
“Tu hechizo vuelve a unir lo que el mundo había separado, todos los hombres se vuelven hermanos, allí donde se posa tu ala suave” entonaban con sus gruesas voces el tenor Idwer Álvarez, el barítono Gaspar Colón, la soprano Mariana Ortiz y la mezzosoprano Katiuska Rodríguez.
Dispuestos en el palco central, presidentes de América Latina como José “Pepe” Mujica, de Uruguay; Daniel Ortega, de Nicaragua; el ex presidente paraguayo Fernando Lugo, y en representación venezolana disfrutaban de la cita el vicepresidente Nicolás Maduro y la procuradora de la República, Cilia Flores.
En actitud solemne, el pueblo caraqueño escuchó atento desde sus asientos y aplaudió cada vez que se presentaba la oportunidad porque la ocasión lo ameritaba: Uno de los sistemas musicales más aplaudidos del mundo alzaba su voz para uno de los líderes más queridos del mundo y allí estaban ellos, siendo testigos de una euforia nacional.
Terminada la oda alegre, intérpretes se alzaron en un Aleluya que retumbó la sala y la prepararon para lo que vendría luego: Un altisonante grito de Alma llanera que incitaba al baile y que, además, fue la oportunidad perfecta para que Dudamel balanceara su batuta hacia el público, quien animado vociferó parte del segundo canto nacional.
“Soy hermano de la espuma/de las garzas, de las rosas,/ y del sol”, repuntó en la Ríos Reyna y dio por culminado el mensaje musical que se tradujo esta noche en hermandad latinoamericana ofrecida a Chávez.
Cuando la batuta descansó mano abajo, el vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro, alzó su voz para comprometerse con la causa musical. “De 400 mil (músicos) que hay en este momento, vamos a llegar a un millón. Lo juramos y lo vamos a cumplir”, sentenció.
Cerró la actividad dando gracias a la orquesta y a los asistentes venezolanos que disfrutaron de la velada: “Gracias por este regalo de amor a nuestro Presidente. Aquí ninguno de nosotros es un burgués empresario. Somos hombres y mujeres humildes, de a pie, obreros, trabajadores, intelectuales, deportistas, patriotas y nos ha impulsado Chávez”.
AVN