De la inflación, si se quiere, el consumidor puede protegerse en mayor o menor medida. Pero, de la escasez no, por definición. Desahorrando en bolívares, ahorrando en dólares (quienes tienen acceso a ellos), usando la tarjeta de crédito, o recurriendo también a los subsidios de Mercal y Pdval (usualmente los sectores D y E de la población nacional), el consumidor puede protegerse, al menos, parcialmente de la alta y persistente inflación. Pero, cuando hay escasez, no hay nada que hacer: cuando un producto no se consigue, simplemente, no se consigue y punto; no hay desahorro en bolívares, ahorro en dólares, tarjeta de crédito, Mercal o Pdval que valga.
La escasez va a aumentar; de eso, no hay duda. En un año en que no se espera que el precio del petróleo aumente, y que deberán pagarse unos 5 mil millones de dólares más que el año pasado, es lógico que ello suceda. Al gobierno, entrampado en su desastre, pareciera que sólo le queda culpar a los demás. Probablemente, recurra, sin embargo, a una combinación entre la campaña mediática para culpar de la escasez al empresariado, y cierta flexibilización en el mercado cambiario, que signifique una devaluación de facto, adicional a lo ocurrida ya en el mercado ilegal.
Si pensasen bien las cosas, buscarían resucitar al extinto mercado de permuta. Pero, lamentablemente, parecen preferir la represión.