La histórica casa Dior y los jóvenes creadores Maurizio Galante, Christophe Josse y la holandesa Iris Van Herpen abrieron el lunes el baile de desfiles de Alta Costura, una exclusiva apelación que sólo existe en Francia y que atrae a celebridades, compradores y periodistas del mundo entero.
La primera jornada de estas pasarelas, que cierran el jueves, se celebró mientras caía una tormenta de nieve sobre París. Pero el director artístico de Dior, Raf Simons, transportó a sus invitados a un jardín primaveral, donde los vestidos se abrían como corolas de flores.
Bajo una tienda instalada en el jardín de las Tuilerías, la colección fue un torrente de sedas y tules en colores pastel, adornadas con flores bordadas, que evocaban la mujer-flor, ícono del fundador de esta casa, Christian Dior.
Quería evocar “la idea misma de la primavera”, explicó Simons en las notas que acompañaron la presentación de la colección.
Este fue el segundo desfile de Alta Costura del creador belga, que tomó las riendas de Dior el año pasado, tras el despido del británico John Galliano, en marzo del 2011, por declaraciones antisemitas.
“¿A quien podría no gustarle” esta colección?, dijo a la AFP Valérie Trierweiler, la compañera del presidente François Hollande, presente en el desfile, al que asistieron también la princesa Charlene de Monaco y las actrices Sigourney Weaver, Isabelle Huppert y Carole Bouquet.
El presidente de Dior, Sidney Toledano, no ocultaba su satisfacción, pese a que los clientes de la Alta Costura han caído drásticamente desde los años ’60.
“El año 2012 ha sido un gran año para la Alta Costura. Eso quiere decir nuevos clientes, muchos de América” (del Norte y del Sur), y de Asia, que se han sumado a los clientes ya existentes”, aseguró Toledano, subrayando que la clientela es cada vez “más joven”.
La colección que presentó el italiano Maurizio Galante fue un juego de contrastes y movimiento, declinados en una veintena de modelos, donde destacaron las blusas amplias y abiertas, voluptuosas como las que pintó Matisse, y abrigos fabricados con listones, sobre vestidos estructurados pero fluidos.
Las materias utilizadas por el modista italiano son siempre suaves: tules, sedas, organzas, crêpes, que ofreció en tonos blanco, champán, camelia, parma, plateado, violeta profundo, naranja, verde turquesa.
Su pasarela, que se celebró en el Teatro Châtelet, priorizó el movimiento de las prendas, logrado mediante técnicas artesanales, pero también industriales.
Los amplios cuellos y bustos que ofreció Galante -que estudió arquitectura en Roma, antes de dedicarse a la moda e instalarse en París en 1996- contrastaban con los ceñidos vestidos y pantalones, presentados bajo abrigos o boleros bordados con listones cuadrados y rectangulares.
La colección de Christophe Josse fue delicada, sobria, ligera, en tonos blanco, negro, azul noche, en cuanto que la holandesa Iris Van Herpen sorprendió con una colección muy fuerte, inspirada en el rayo y la electridad, donde desplegó su pasión por la ciencia, pero también por la arquitectura, con creaciones muy estructuradas, principalmente en blanco y negro.
Algunas evocaban no una flor, sino un cactus, y otras parecían algas marinas, en cuanto que algunos diseños, quizá propios sólo para ser vestidos para un espectáculo, parecían recubiertos de rayos eléctricos.
Esta es la cuarta colección que presenta la joven creadora holandesa, por invitación de la Federación Sindical de la Alta Costura, que organiza estas pasarelas, en las que desfilan sólo un selecto grupo de casas, que cumplen con el requisito que las piezas que ofrecen son únicas, y enteramente fabricadas a mano. AFP