Al menos 25 personas murieron este martes y otras decenas resultaron heridas en varios atentados con coche bomba en Bagdad y sus alrededores y en el norte de Irak, informaron fuentes de seguridad y médicas, interrumpiendo un período de relativa calma, consecutivo a la ola de violencia de la semana pasada.
Esta nueva serie de atentados coincide además con una crisis política, en momentos en que aliados o exaliados del primer ministro chiita Nuri al Maliki lo acusan de autoritarismo y tienen lugar manifestaciones antigubernamentales en varias zonas del país desde hace más de cuatro semanas.
En ese contexto, las autoridades anunciaron la liberación de 888 personas, en un gesto hacia los manifestantes.
Según fuentes médicas o de las fuerzas de seguridad, los atentados más sangrientos tuvieron lugar en un punto de control militar, una base militar y un barrio poblado mayoritariamente por chiitas, la confesión de Maliki.
Así, seis personas perdieron la vida en la explosión de un coche bomba cerca de una base del ejército en la ciudad de Taji, a 25 kilómetros al norte de Bagdad, según un oficial y una fuente médica. Por lo menos 20 personas resultaron heridas.
Al sur de la capital, en la ciudad de Mahmudiya, al menos cinco personas murieron y 14 sufrieron heridas en un atentado suicida con coche bomba, afirmaron varios responsables locales.
Un tercer vehículo estalló cerca de un mercado en el barrio de mayoría chiita de Shula, en el norte de Bagdad, causando cinco muertos y 12 heridos.
Por otra parte, cuatro empleados de una compañía petrolera estatal y un encargado de seguridad que llevaban dinero para los asalariados de las refinerías de la región murieron en un ataque, cerca de la ciudad de Baiji, 200 km al norte de Bagdad.
Además, varios tiroteos y otros actos de violencia en provincias del centro y norte del país dejaron cuatro muertos.
Se trata de la primera serie de atentados, luego de cuatro días de calma relativa, consecutiva a los ataques del 15 y 17 de enero reivindicados por la rama iraquí de Al Qaida.
En los atentados del 15 y 17 de enero murieron al menos 88 personas, según un cálculo de la AFP.
Por otra parte, desde hace semanas, manifestaciones en zonas mayoritariamente sunitas, que cuentan con el apoyo de partidos miembros del gabinete de Maliki, piden la renuncia del primer ministro.
En un gesto hacia los manifestantes, las autoridades anunciaron la liberación de 888 detenidos desde el 7 de enero, a los que se agregan 1.041 presos liberados bajo fianza.
Las manifestaciones se iniciaron pocos días después del arresto de guardaespaldas del ministro de Finanzas, el sunita Rifaa al Isawi.
Además, varios ministros de su gobierno han criticado a Maliki, acusándolo de autoritarismo y sectarismo, pocos meses antes de la realización de elecciones provinciales.
Estos comicios, previstos dentro de tres meses, son las primeras elecciones que habrán de tener lugar en Irak desde hace tres años y darán una idea de la popularidad de Maliki y sus adversarios.
Estos desacuerdos políticos se empezaron a expresar abiertamente en diciembre de 2011, cuando se retiraron las últimas tropas estadounidenses del país. El bloque laico Iraqiya acusó a Maliki de ejercer el poder de modo autocrático.
Los desacuerdos se intensificaron en torno al reparto de ingresos del petróleo entre la región autónoma kurda y el poder central.