Los argentinos, orgullosos de las hazañas de su rey Messi en el FC Barcelona, tendrán ahora a su primera reina cuando la princesa Máxima de Holanda sea coronada en abril, aunque no olvidan que su padre fue un funcionario de la dictadura (1976-83).
“Me encanta que una argentina sea la futura reina de Holanda. Lo que no pudo lograr Lady Di en Gran Bretaña, Máxima lo logró. Es honesta, carismática; es una mujer única”, dijo a la AFP Pamela Nisi, de 27 años, que atiende un quiosco de dulces en una galería comercial del centro de Buenos Aires.
La televisión argentina repitió decenas de veces las imágenes de Máxima Zorreguieta sonriendo, junto a sus tres hijas y su marido, el príncipe Guillermo-Alejandro, futuro rey de Holanda, tras mostrar en directo el lunes el anuncio de la abdicación de la reina Beatriz.
Las fotos de la princesa y su familia en una reciente visita a la bella comarca patagónica de Villa La Angostura, donde su hermano Martín Zorreguieta tiene un lujoso restaurante, volvieron a inundar este martes las páginas de los periódicos argentinos.
Muchas argentinas, atraídas por su simpatía y espontaneidad, se sienten identificadas porque la ven como una mujer “como una”, sin los modales tan rígidos que caracterizan a los miembros de las monarquías.
“Ella tiene la actitud de una persona humilde, que no se lleva todo por delante. Es muy simpática, una señora común de familia”, dijo Liliana Frías, empleada doméstica de 46 años, a la AFP.
En el privado Colegio Northlands, en Olivos (periferia norte de Buenos Aires), donde Máxima estudió en la secundaria, también la recuerdan con elogios.
“Es una exalumna que ha tenido un gran desarrollo luego de graduarse. Es una persona muy buena y querida”, dijo a la AFP una fuente de ese centro de estudios, en receso por las vacaciones en el verano austral.
La llave de su popularidad es el contraste entre su simpatía y la rigidez de los otros miembros de la familia real, según el conocido historiador y escritor, Felipe Pigna.
“En una Casa Real tan hostil y amarga, una persona tan simpática como ella, resulta muy popular”, dijo a la AFP Pigna, autor de varios libros sobre personajes históricos, entre ellos, “Evita, jirones de su vida”, la también carismática segunda esposa del tres veces presidente de Argentina, Juan Perón.
Además, consideró que Máxima “es muy popular en Holanda en contraposición a los restantes miembros de la monarquía, que tienen muy poco contacto con el pueblo”.
“La mujer argentina es simpática y atractiva, es una condición que se señala en el mundo. Y Máxima tiene carisma como para agradar al público holandés”, dijo el autor de “Mujeres tenían que ser”.
Pero muchos recuerdan sin embargo el pasado de su padre, Jorge Zorreguieta, como ministro de Agricultura de la última dictadura que dejó unos 30.000 desaparecidos, según entidades humanitarias, lo que le impidió asistir a la boda de su hija en Holanda en 2002.
Según informaron los medios holandeses poco después del anuncio de la abdicación de la reina Beatriz, que tuvo lugar el mismo día en que el padre de Máxima cumplía 85 años, la familia de la princesa no asistirá a la coronación de la pareja real el 30 de abril.
“Máxima me parece una hipócrita por ocultar a su padre que fue miembro de la dictadura genocida”, dijo enojada a la AFP Luciana Rubino, de 23 años, mesera de un restaurante del centro de la capital argentina.
En 2005, Zorreguieta fue denunciado por el secuestro y desaparición de la bióloga Marta Sierra, empleada del estatal Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTI), que dependía de la secretaría de Agricultura, aunque no fue encausado.
En 2011 fue denunciado en la justicia holandesa por el secuestro y desaparición en 1977 del médico Samuel Slutzky.
“Ella es holandesa…”, respondió Rubino con ironía al aludir al cambio de nacionalidad de Máxima para poder casarse con Guillermo-Alejandro.
AFP