Este es el reportaje publicado en el portal finanzas.com.
Desde que llegara al poder en 1999, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se ha incautado de más de 1.000 empresas en nombre de su supuesta revolución socialista. Está por ver y por demostrar el beneficio real que han sacado los ciudadanos. Pero de lo que no hay ninguna es que los tenedores de bonos venezolanos han hecho un excelente negocio, con rentabilidades acumuladas del 681%, lo que supone un retorno superior al 14,7% anual, según informa Blomberg. Y entre estos bonistas están nombres ilustres como Goldman Sachs.
Los inversores en deuda venezolana contaron desde el principio con la voluntad de Chávez para extraer la riqueza petrolera del país y mantener contentos a los acreedores. ¿Puede haber alguna inversión más segura en renta fija? “Es una gran inversión de elevada rentabilidad para tu cartera”, asegura Sara Zervos, gestora de la firma OppenheimerFunds, otra de las que lleva más de diez años ‘pescando’ en los caladeros venezolanos.
La actividad de los bonistas venezolanos no tiene nada de particular. Están para eso, para ganar dinero allí donde surgen oportunidades, aún cuando tampoco les importe mucho las circunstancias precisas de la economía a la que apuntan. “Chávez no ha hecho mucho bien a su país pero tiene el objetivo de dar servicio a los bonos. Nuestros intereses están alineados”, explica Zervos.
El problema se presenta con los problemas de salud de Chávez, pues los inversores no saben lo que puede pasar en manos de un nuevo régimen. Aunque de momento, paradójicamente, la cuestión ha generado más beneficios. Solo en el último año, los bonos venezolanos han generado retornos del 41%. El mercado teme que el país que tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo reduzca su producción. Y ponen precio a esta circunstancia exigiendo más compensaciones a cambio de su dinero.
Desde que llegara al poder, Chávez ha nacionalizado para la causa bolivariana empresas de energía y ha regulado los precios tan dispares como la pasta de dientes o el papel higiénico. En este recorrido, ha devaluado en cuatro ocasiones la moneda nacional, el Bolivar, imponiendo controles cambiaros en 2003 y cerrando más de 50 ‘brokers’ dedicados al negocio de las divisas.
Este tipo de medidas han llevado a escasez de todo tipo de productos, desde la electricidad hasta el azúcar pasando por la carne de vaca, lo que a su vez ha disparado la inflación venezolana hasta colocarla con una de las tasas más elevadas del mundo. A cambio, ha tenido que ofrecer en sus bonos rendimientos exagerados para los que nunca han faltado inversores ávidos de comprar.
Tampoco le ha ido mal con el principal negocio del país, el petróleo; antes de que llegara al poder, en 1998, el barril de crudo se vendía a 12 dólares y ahora ronda los 100 dólares. Solo este año, Venezuela ganará unos 81.000 millones de dólares con sus ventas de petróleo. Esta cifra supone casi multiplicar por diez el montante destinado a pagar los intereses y la amortización de la deuda en manos del Estado y de la petrolera nacional, Petróleos de Venezuela S.A, según datos de Citigroup recopilados por Bloomberg.
Con todo, Sam Finkelstein, gestor de renta en mercados emergentes de Goldman Sachs, reconoce que la historia se ha ido deteriorando y apunta que es más que probable que la situación de Venezuela se vuelva más frágil. Pero considera que Venezuela seguirá pagando su deuda. Los bonos venezolanos supone el 6,7% de la cartera del fondo Growth & Emerging Markets de Goldman Sachs, que gestiona activos por 2.900 millones de dólares. En total, casi 200 millones de dólares invertidos en la deuda de Chávez. Durante los últimos tres años, los rendimientos de este fondo han superado el 12%.
¿No temen los bonistas que la Venezuela de Chávez caiga en el impago? A juicio de Simon Nocera, antiguo economista del FMI y ahora gestor de la firma Lumen Advisors, “Chávez puede hacer mucho ruido pero nunca a decir que vamos a reestructurar nuestros bonos”. Entre otras cosas, explica este experto, se cerraría muchas vías para comercializar el petróleo y los bonistas podrían reclamar la incautación de activos venezolanos en el extranjero. “No hay ninguna razón para tener miedo”, apunta.