“De repente estábamos en escombros”, así relata un trabajador de Pemex -una de las diez mayores petroleras del mundo- la explosión que este jueves sacudió el rascacielos de la sede central de la empresa en Ciudad de México, que dejó al menos 25 muertos y un centenar de heridos.
“El suelo se estremeció, como si fuera un sismo. Regresé y vi toda la parte de abajo del edificio destrozada”, dijo a la AFP Astrid García Treviño, una empleada de Pemex que laboraba en uno de los dos edificios afectados.
Los vidrios del imponente edificio central, que en los años ochenta tras su inauguración fue el más alto de América Latina, empezaron a desprenderse y sus fragmentos cayeron a la calle, dejando el piso “como si hubiera nevado”, comentó Gerardo Rodríguez, un vendedor ambulante que estaba en las cercanías.
Una nube de humo envolvió la Torre Pemex, de 54 pisos, y al edificio aledaño de 13 pisos.
“Fue dramático, el edificio se sacudió y de repente estabamos en escombros. Ni siquiera podíamos ver a la gente que estaba a nuesto lado”, dijo por su parte Cristian Obele, un trabajador y miembro del sindicato de Pemex.
Las vigas que sostenían un techo que comunicaba a los dos edificios cedieron y cayeron provocando el hundimiento del piso.
“En el mezanine (entrepiso) habia más de mil trabajadores formados porque ahí estan las tarjetas donde se checa” el ingreso y egreso del personal, añadió García.
Mientras caían los fragmentos de cristal, las alarmas de los automóviles comenzaron a sonar creando un ambiente infernal.
Las brigadas de emergencia de Pemex comenzaron a atender a los heridos, mientras otros coordinaban la evacuación de unas 3.500 personas que estaban en el lugar al momento de la explosión.
Luego llegaron los bomberos, la Cruz Roja y los helicópteros de rescate, que tuvieron que improvisar un helipuerto a ras de tierra.
Los policías cerraron al tránsito la siempre congestionada avenida de la Marina Nacional, para abrir paso a las ambulancias.
Algunos familiares de empleados del monopolio estatal Petróleos Mexicanos, se apostaron en los alrededores para pedir informes de sus allegados.
Gloria García buscaba a su hermano Daniel, de 35 años, que los llamó por celular y le dijo que había estado atrapado pero que estaba tratando de salir del edificio siniestrado.
“Desde entonces no se volvió a comunicar, ya fuimos a los hospitales y no lo encontramos. Tememos que pueda estar aún allí” debajo de los escombros, dijo la mujer a los periodistas.
Dos grandes gruas para mover las poderosas y pesadas vigas caídas fueron trasladadas hasta el lugar, mientras que un grupo de los llamados “Topos”, una unidad de rescate especializada en sacar víctimas de entre los escombros cuando se producen sismos, acudió al lugar.
“Hay cinco ‘topos’ colaborando en las tareas de rescate en la zona de escombros. No puedo decir cuántas personas puedan estar atrapadas”, dijo a la AFP Omar Flores, un miembro del grupo que estuvo atendiendo emergencias por terremotos en Turquía, Haití y Japón.
Entrada la noche, los cuerpos de socorro lograron sacar a un bombero herido que había quedado atrapado cuando se derrumbaron restos de una pared.
Nadie se atreve a dar una cifra sobre las posibles personas atrapados bajo los escombros, aunque en el lugar permanecen grupos de paramédicos y ambulancias para “atender a decenas de personas” si fuera necesario, según señaló uno de ellos.
El secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, se limitó a señalar que se seguía “buscando sobrevivientes entre los escombros”, sin mencionar cifras.
Las redes sociales se llenaron de mensajes angustiados de personas que buscaban a sus familiares.
“Busco informacion sobre mi papá”, escribía una usuaria de Twitter identificada como Anna Juárez. “Den a conocer los nombres de los heridos por favor”, reclamaba otra.
Fotos EFE