El mensaje estaba ahí: gritando su quejido por todas partes. En el lamento de políticos y viandantes; en el vendedor del mercado y del que ahora compra con bolívares devaluados. El lamento estaba ahí, en todos ellos, en sus rostros, en sus gestos, en sus bolsillos y en las bolsas de comida que compraron con lo que les alcanzaba, reporta Correo del Caroní.
La negrura de un asfalto rocoso brillaba con el barniz de la lluvia matutina. Sus calles, rica en cráteres y en un agua de inmundicia, daban paso a hombres y vehículos en su irregularidad perenne. A los lados se posaban los tarantines: demasiados. Centenares, quizás. Todos hacinados en una jauría donde se oyen los quejidos de las medidas fiscales.
– ¡Es que ahora todo se puso más caro, chico!
No hace falta hurgar demasiado para darse cuenta de ello. Eso bien puede decirlo el candidato a la Alcaldía del municipio Caroní, Wilson Castro, que en su recorrido no deja de escuchar el descontento de los ciudadanos. Los atiende, habla con ellos, todos quieren sumarse a su campaña porque, como dice el señor Gilberto Marcano, “aquí lo que necesitamos es un cambio”.
El abanderado de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en el municipio no solo rechazó la devaluación de la moneda nacional, la cual tildó como “el paquetazo de Maduro”, sino que lamentó que los guayacitanos tengan que “pagar los platos rotos” de las políticas erráticas del Gobierno nacional.
“Aquí tenemos un azúcar que cuesta 6,11 bolívares y aquí la venden a 15 bolívares, y por cada paquete que venden el vendedor se gana 2 o 3 bolívares. Tenemos una Harina Pan que cuesta menos de 6 bolívares y la están vendiendo en 27 bolívares, y por cada paquete el vendedor se gana 2 bolívares nada más”, detalló Castro para explicar cómo en Venezuela impera una cadena especulativa que termina incrementando los precios de los productos en más del 100%.
Esta situación, aunada a la falta de producción de rubros de primera necesidad, son las que generan la escasez y el alza de los precios de aquello que se pueda conseguir. El resultado es la odisea en la cual se convierte hacer el mercado familiar, cada vez más alejado de la escala de sueldos y salarios de los venezolanos.
“El país que queremos no merece estar de esta manera. Necesitamos un país que no tenga ni paquetazos ni viernes rojos, que no tengamos que importar más y exportar menos, y que ni siquiera podamos producir lo que comemos. Cada vez que importamos tenemos menos empleo y menos posibilidad de desarrollo”, reflexionó Castro, con lo cual reiteró su rechazo a la nueva depreciación monetaria que, según recuerda, querían endilgarle a la oposición en caso de ganar las presidenciales.
– ¡La caraota! ¡la caraota! ¡la caraota! ¡barata la caraota! -pregonaba a los cuatro vientos uno de los vendedores del mercado.
El abanderado de la MUD se mostró partidario de un modelo económico basado en el acuerdo de la empresa privada con el Estado venezolano, a través del cual se estimule la producción y el empleo nacional para sacar a Venezuela de una “crisis económica” que afecta especialmente a los sectores de escasos recursos. Cree que de esta forma se abastecería el mercado nacional, se generaría empleo y, en consecuencia, más riqueza para el país, sin la necesidad de “paquetes y medidas económicas”.
“Nuestro llamado es a que la gente condene el paquetazo rojo, y ante un escenario electoral, por supuesto, sepamos decidir”, propuso Castro ante la posibilidad de celebrarse unas nuevas elecciones presidenciales en el futuro cercano.
Finalizó anunciando que su partido, Primero Justicia, se dedicará a difundir las consecuencias de la depreciación monetaria en las comunidades, explicándole a la gente “por qué fue engañada”, pero sobre todo, llevarles un mensaje de esperanza luego de haber sido víctimas de una “mentira”.