Kevin Mitnick, el ex hacker que resguarda las elecciones en Ecuador

Kevin Mitnick, el ex hacker que resguarda las elecciones en Ecuador

Kevin Mitnick, un expirata informático estadounidense que estuvo preso por hackear a entidades como el FBI, a cuyos agentes dejaba donas cuando creían haberlo atrapado, es ahora un prominente consultor y guardián de los comicios presidenciales del domingo en Ecuador.

Mitnick, de 49 años, llegó a ser el pirata más buscado en su país, donde lo encarcelaron entre 1995 y 2000 por infiltrarse en reconocidas empresas de telecomunicaciones y computación durante 15 años, una práctica que nació de su gusto por la magia.





Ahora trabaja identificando vulnerabilidades en los sistemas operativos de compañías privadas y agencias gubernamentales para protegerlas de los ataques que antaño perpetraba.

“Hace 18 años me agarraron por hackear ilegalmente; hoy hago lo mismo pero con autorización. ¡Qué bueno es esto!”, contó el experto en una entrevista exclusiva con la AFP.

Esta nueva faceta le valió ser contratado por la empresa Lock Net para proteger el sistema informático de las elecciones ecuatorianas, en las que el mandatario Rafael Correa se perfila como favorito.

“Cuando era chico, me encantaba la magia. Después descubrí que había algo de esto en el hacking. Además, era muy bromista y combinaba ambas aficiones”, relata, al evocar que a los 16 años intervino el autoservicio de una cadena de comida chatarra para aconsejar a los obesos no ordenar hamburguesas, mientras se mataba de la risa observándolos a lo lejos.

Empezó manipulando las líneas telefónicas de sus amigos, ligándolas a teléfonos públicos, pero luego, cuando se volcó hacia la computación, sus blancos fueron escalando hasta llegar al FBI, cuyos agentes, enfadados por sus burlas, lo arrestaron en 1995 con la ayuda de un experto informático japonés.

“Mi relación con el FBI era una persecución de un gato a un ratón. Me infiltré en sus celulares para conocer su ubicación, sacándoles ventaja”, sostiene, al recordar que cuando los detectives creían haberlo encontrado solo hallaban cajas de donas.

Robusto, de aspecto informal y con su computadora casi siempre bajo el brazo, Mitnick utilizaba “técnicas de manipulación para lograr que una persona revelara información”.

Lo hacía “por el reto intelectual, la aventura y la adrenalina que me producía infiltrarme en una red. Pero nunca robé o publiqué información confidencial”, aclara.

Sin embargo, cuenta que mientras estuvo detenido fue tratado como “una amenaza a la seguridad nacional. Pasé en encarcelamiento aislado por un año. El gobierno quería hacer del mío un caso aleccionador”.

Tras ser liberado, utilizó su talento para ayudar al gobierno de Estados Unidos a mitigar amenazas. A través de su firma de seguridad, realiza consultorías y ayuda a proteger a entidades públicas y privadas.

“Me pagan por hacer hacking ético y autorizado”, dice, y explica que esta es una práctica cada vez más común entre sus colegas.

Por eso fue contratado para resguardar las elecciones ecuatorianas, en las que organiza simulacros para develar posibles fallas del sistema y corregirlas.

Su contrato incluye una cláusula de confidencialidad, que no le permite dar detalles sobre sus actividades en Quito, donde las autoridades le asignaron tres guardaespaldas. Y aunque es una celebridad, prefiere no ser fotografiado.

Mitnick no comparte que la informática sea usada para hacer activismo político, pero exime de culpa al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, asilado en la embajada de Ecuador en Londres desde junio pasado.

Para el exhacker, la responsabilidad de la filtración de documentos confidenciales estadounidenses es únicamente del soldado Bradley Manning. “Assange solo publicó la información, no veo que sea un criminal”, afirma, y cuestiona la seguridad militar de su país.

“Es uno de los mayores problemas de seguridad informática del siglo”, opina Mitnick, quien dice que el hacking “es cada vez más fácil de practicar por las redes sociales”, y que publicó su biografía en 2011. “Quise contar toda la verdad, porque no tenía nada que perder”, asegura.

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