Las nuevas cifras que indican la grave contaminación de la práctica totalidad de las aguas subterráneas de China, y de la mayoría de sus ríos y lagos, ha despertado la ira ciudadana y desencadenado una campaña para denunciar a las empresas contaminantes.
Según un reciente informe del Ministerio de Recursos Hidráulicos chino divulgado por la agencia oficial Xinhua, un 64 por ciento de las 118 ciudades analizadas cuenta con aguas subterráneas “muy contaminadas” y un 33 por ciento “levemente contaminadas”, por lo que el agua limpia se limita solo al 3 por ciento restante.
Cerca de un tercio de los recursos hidráulicos del gigante asiático proceden del subsuelo, una fuente que está contaminada por el continuo vertido de metales pesados, cuyos componentes -a diferencia de los orgánicos- son mucho más difíciles de procesar con los métodos tradicionales de tratamiento de agua.
“La contaminación del agua subterránea es algo que sólo recientemente ha llamado la atención de la población”, aseguró hoy a Efe el jefe de campaña de tóxicos de Greenpeace Asia Oriental, Ma Tianjie, quien advirtió de que algunos de los tóxicos “son cancerígenos, se incorporan a la cadena alimentaria y llegan a la población”.
El agua subterránea se utiliza para el riego de más del 40 por ciento de las tierras agrícolas de China y supone alrededor del 70 por ciento del agua potable en las regiones secas del norte y noroeste del país.
La evidencia de la pobre calidad del agua ha provocado fuertes protestas de los activistas medioambientales, que acusan a los gobiernos locales de proteger a las empresas contaminantes.
En declaraciones a la televisión estatal, el director del Instituto de Asuntos Medioambientales chino, Ma Jun, reconoció que la mayor dificultad radica en la protección de las autoridades municipales a las empresas contaminantes, ya que también son las principales contribuyentes en impuestos y en creación de empleo.
“El problema es grave pero puede ser superado”, dijo el alto cargo, quien instó a la ciudadanía a “participar ampliamente para denunciar estas malas prácticas”.
A la propuesta de Ma se sumó el principal periódico de Pekín, Beijing News, que en un editorial pidió la ayuda de los internautas y declaró “una guerra contra las empresas sin escrúpulos”.
Aunque desde Greenpeace reconocen el esfuerzo de Pekín en aprobar leyes más duras, también consideran que “la debilidad del Ministerio de Medio Ambiente en comparación con el de Asuntos Económicos o el de Industria se traduce en una vaga aplicación de las leyes ambientales”.
Para combatir el fenómeno, las autoridades de Weifang, un municipio de la provincia de Shandong (centro) han ofrecido una recompensa de 100.000 yuanes (16.000 dólares o 12.000 euros) a quien facilite información sobre casos de empresas que viertan productos tóxicos en las aguas subterráneas de la localidad.
La medida se tomó después de que un reportero de la zona, Deng Fei, acusara a varias empresas a través de Weibo (la mayor red de microblogging del país) de bombear agua contaminada a mil metros de profundidad para evitar el cumplimiento de la normativa.
Ante las acusaciones, el gobierno inspeccionó las 715 empresas locales, pero “no se encontró ninguna evidencia para apoyar las alegaciones de los internautas”.
Las denuncias del activista circularon ampliamente por la red y hasta se convirtieron en el tema más comentado, algo que Deng aprovechó para pedir a sus seguidores que publicaran fotografías de ríos en sus pueblos natales, lo que inundó Weibo con numerosas instantáneas de cauces contaminados de todo el país.
Hasta un empresario de Hangzhou, capital de la provincia meridional de Zhejiang, tras ver el mal estado de un río cercano a su pueblo natal, ofreció 200.000 yuanes (32.000 dólares o 24.000 euros) al jefe de la oficina de protección del medio ambiente si éste nadaba en él durante 20 minutos.
El funcionario en cuestión se limitó a responder que la responsabilidad “no recae en él” pero que “prestará atención al caso”.
Los cálculos oficiales apuntan a que el número de accidentes de de contaminación de los acuíferos, principalmente en ríos y lagos, en China alcanzan los 1.700 anuales, pero, tal como apuntó el rotativo pequinés, “se han obviado hasta hoy porque la mayoría de los casos ocurren en zonas rurales, donde los campesinos no tienen el derecho a hablar”. EFE