Compradores corren por cuatro kilos de alimentos prioritarios para la comida familiar. Velocidad, empujones, saltos de obstáculos y desmayos caracterizan a consumidores enardecidos en las ventas de productos, reseña La Verdad.
Los habitantes de Sierra Maestra, Los Cortijos, El Silencio y La Polar rodearon un hipermercado privado, ubicado en San Francisco, Maracaibo, estado Zulia. Desde la madrugada de ayer se agolparon en el portón. Sabían de la venta de harina y azúcar regulada que harían en la mañana en el establecimiento de alimentos.
A las 8.30 de la mañana los compradores se impacientaron por la espera. Gritaron. Empujaron la cerca de malla de ciclón. Los más críticos aseguraron desabastecimiento. Media hora después se abrió el portón. “La gente salió corriendo… era como una estampida. Los que corrieron más duro (rápido) llegaron de primeros”.
Yogeidi Osorio, ama de casa, relata esos segundos de velocidad que “tiene que hacer el pobre para tener comida”. El maratón de más de seis horas de espera lo hace por su hijo de dos años que “necesita azúcar para sus teteros”.
“Parecía caballos desbocados”. Más de 20 metros de distancia hay entre la puerta hasta el supermercado. En medio el estacionamiento los separadores de puestos de vehículos eran obstáculos. Los vecinos saltaron.
Osorio narra como se agotó. Le faltó oxigeno para estar entre las primeras. Se le “bajo la tensión”. Respiró profundo y siguió la marca. Sostiene una bolsa en la que cargará cuatro paquetes de harina y otras más de azúcar. La convierte en abanico de mano para ventilarse el rostro, mientras recuerda que llegó desde Los Cortijos sin desayunarse.
La seguridad del negocio no pudo contenerse la carrera. Eran minoría. La gerencia pidió la ayuda a Polisur y Guardia Nacional. El número de funcionarios era inferior a los compradores agitados. La presencia de las autoridades calmó los ánimos. En medio de la “desbocada” multitud una mujer se desplomó. “Polisur le dio los primeros auxilios”, asegura Osorio.
A las 12.00 del mediodía, más de 500 personas permanecían en cola. Entre ellas comentaron “lo horrible” de vivir así. Enfrentados a los bachaqueros (contrabandistas) por tener primero los alimentos a precios regulados. A soportar el sol, calor y “atropellos” por unos kilos.
Elizabeth Montero, ama de casa. “Adentro está Polisur controlando a los que están en el portón porque se quieren meter y ser los primeros. Ya está normal la venta”.
Tres meses de fallas en la colocación de harina de maíz precocida tienen los mercados privados.