Texto: pijamasurf.com
A pesar de los esfuerzos de la ciencia médica por prolongar la vida y de movimientos tecno-optimistas como el transhumanismo, que sugieren una potencial inmortalidad, parece que la única certeza que tendremos en esta vida es y seguirá siendo durante un buen tiempo la muerte. Reflexionar sobre esta contundente ‘verdad’ puede traducirse, sobre todo si somos capaces de replantear nuestra tradicional concepción del morir, en una exquisita oportunidad para aprovechar y valorar esa secuencia continua de ciclos respiratorios que coloquialmente llamamos existencia.
Un año de vida
Stephen Levine, poeta y popular autor de libros acerca de meditación, muerte y espiritualidad tanatológica, propone un pisco-experimento que consiste en vivir durante un año como si fuese el último de tu vida. Este épico ejercicio, que requiere de una espectacular entrega, tiene como fin, supongo, valorar cada microinstante cotidiano como si fuese este parte de un regalo divino —y creo que lo es, en especial porque no sabemos cuándo dejaremos de respirar.