Pocos días después de que el gobierno anunciara la devaluación que hoy quieren hacernos olvidar con la supuesta llegada de Chávez a Venezuela, Henrique Capriles no tardó en pronunciarse a través de los medios televisivos para expresar que dicha medida es evidencia de que era el oficialismo, y no la oposición, el que tenía preparado un “paquetazo” económico.
A pesar de estar de acuerdo casi a plenitud con el gobernador sobre este tema -razón por la cual sus declaraciones me parecen valiosas-, no pude evitar notar que el ex candidato desde su campaña presidencial pasada, viene refiriéndose al socialismo del siglo XXI como una prueba reprobada, como un modelo que ya dio lo que tenía que dar y que la grave situación que hoy vivimos en Venezuela es producto “del fracaso de la política económica del gobierno” -min. 3:28-. Con esto, el gobernador mirandino olvida –quizá intencionalmente- la importancia que puede tener en ciertos momentos el saber diferenciar el dolo de la culpa, conceptos que seguro aprendió en la escuela de derecho. Me explico:
Dolo, como dijo Francesco Carrara (1805), es una intención más o menos perfecta de hacer un acto que se sabe contrario a la ley. Culpa, es más bien un actuar negligente, productor de una consecuencia que pudo haberse prevenido y que no se anticipó por descuido. En derecho, la construcción de estos conceptos ha servido fundamentalmente para agravar o atenuar sanciones: no es lo mismo dañar con intención que hacerlo por equivocación en sentido estricto, por ello, se ha de castigar más severamente al primero. Sin embargo, Capriles ha pasado por alto que tal vez convendría incorporar esta distinción a su discurso político para que los incrédulos, o más bien crédulos en exceso -aquellos que piensan que el gobierno es devoto del santo niño de atocha y que estamos como estamos por que Darth Vader, el nuevo director de la CIA, quiere nuestro petróleo-, vayan abriendo los ojos de forma progresiva.
Desde el momento en que vi a Giordani fingir un llanto en televisión por unos tractores –así como lo lee, lo puede ver aquí-, supe que este ingeniero electrónico, aparte de necesitar algún consejo de su camarada compatriota Simón Pestana, no traía ningunas buenas intenciones. Cuidado!, no le quitemos a este señor el mérito que tiene, todos sabemos que se trata de un perfecto inepto, y seguramente si se propone disminuir la inflación, fracasa, pero vamos a estar claros: los que nos gobiernan no es que tengan la culpa de la grave situación económica que vivimos, es que desde el principio han tenido la intención de vernos comer estiércol a todos, y que el lector que busque un sinónimo más criollo si lo prefiere.
La conducta del gobierno bolivariano y revolucionario, jamás ha sido culposa, siempre ha sido dolosa, y eso hay que decirlo así, sin tapujos y sin miedos. Las corbatas Louis Vuitton y los zapatos Gucci del diputado Pedro Carreño, los Hummers boliburgueses y los 36 millones de dólares que le agarraron a Jorge Rodríguez en Panamá en 2009, no son producto del fracaso de gobierno en sus propósitos, sino de exactamente lo contrario, y si no me creen pregúntenle a Jorge Rodríguez que ahora sus billetes valen un 46,5% más si usamos la tasa fijada por el propio gobierno. No es cuestión de culpa pues, sino de dolo.
@RafaDeLeon
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