La forma como ha sido manejada la enfermedad del Presidente de la República y su ausencia del cargo, ha convertido al gobierno en un ente abstracto, confuso, con varias cabezas, bajo la supuesta justificación constitucional, de la “continuidad administrativa.” Si tuviéramos en el país una real separación de Poderes Públicos, en donde cada uno de ellos en su rama respectiva ejerce una direccionalidad plena de los asuntos de su competencia, quizás la crisis del Ejecutivo pudiera sobrellevarse en los hombros de ellos. Pero resulta que en Venezuela, se ha estructurado un régimen político dependiente totalmente del Poder Ejecutivo Nacional y éste se ha ejercido personalísimamente por quien lo ha detentado en los últimos años. De tal manera que ausente el presidente Chávez de la escena, no sólo el gobierno sino el Estado entero pareciera caminar sin rienda.
La salud del presidente Chávez se ha manejado en el más estricto secreto, disfrazándolo con comunicados oficiales que nos dejan con más duda que información. La consecuencia lógica ha sido la proliferación de todo tipo de rumores que oscurecen más la incertidumbre. Como además, la cúpula del poder político optó por manejar la crisis fuera de lo pautado en la Constitución, quitando la hoja de ruta para este tipo de casos excepcionales, se nos ha obligado a vivir adivinando qué ocurrirá en el corto y mediano plazo, haciendo uso del único supuesto posible que es ponerse en la cabeza de los que manejan los hilos del poder y sus intereses. Nos hemos vuelto expertos en construir escenarios en base a hipótesis y vaticinios. El deporte favorito de la vida nacional es jugar al acertijo.
Es un derecho ciudadano, constitucionalmente establecido, contar información oportuna y veraz de todos los órganos del Estado. Este derecho, entre otros, garantiza que el poder se distribuya equitativamente porque permite un ejercicio real de participación en pie de igualdad, se favorecen también las posibilidades de cooperación constructiva de la sociedad en la resolución de los problemas que a todos nos aquejan.
La incertidumbre crece y se convierte en misterio. Las explicaciones más que aclarar oscurecen. Información y Constitución se han convertido en nuestras primeras necesidades.