Una espesa y oscura nube cubre nuestro país. Un ambiente enrarecido se percibe. Por más que pretendemos recurrir a las instituciones para instar la verdad, éstas se niegan a hacerlo.
Lo último, la inauguración de una capilla en el hospital militar para orar por el enfermo que supuestamente llegó hace dos semanas. Por cierto, en esa misa inaugural, donde se dio cita el tren ministerial, estuvo presente una sola de sus hijas. No se vio a doña Elena de Chávez, ni al maestro Hugo de los Reyes.
A estas alturas no caben más especulaciones sobre quién fuera jefe de Estado. El mismo pueblo chavista ya se imagina lo peor, pero sigue allí, embarbascado con una expectativa de “resurrección” que tratan de vender los herederos políticos en sus responsos.
Definitivamente esto es una locura. Y lo peor de todo es que no se percibe mucho interés -mejor dicho, ninguno- en los altos voceros de la oposición, para que se esclarezca el panorama.
Probablemente sienten que el sector democrático no está preparado para una confrontación presidencial. Que quizá tengamos el candidato, pero ni siquiera tenemos los testigos en las mesas. Es decir, declarada la falta absoluta de Chávez, difícilmente Capriles en 30 días le ganaría unas elecciones al sucesor.
Y por lo que respecta al sector chavista, siento que no hay voluntad de convocar a elecciones. Simplemente le ha cogido el gusto al poder una camarilla que no le importa nada, tienen dinero y esperan quedarse a costa de lo que sea, incluso, de mantener esta ambigua situación sobre la salud y vida del presidente cuyo cuerpo (vivo o muerto) permanece escondido.
Señores: si eso es así, solo un movimiento con músculo y credibilidad, y sobre todas las cosas con respeto cívico-militar puede emerger para el restablecimiento de la constitucionalidad. De lo contrario, seguiremos en este absurdo ambiente de usurpación de autoridad en que vivimos los venezolanos.
El caramelo municipal
Los rojos están organizados y con las alforjas llenas para cualquier campaña electoral. Tienen plata y tienen al árbitro. Más nada, porque no tienen un mensaje creíble. Solo izan como bandera la memoria de Hugo Rafael. Así se presentarán en cuanto proceso electoral convoque el CNE, que también es de ellos, y evidentemente en todos saldrán favorecidos. El sector democrático continuará participando y se seguirá conformando con caramelitos de sobrevivencia, cada vez más poquitos, como lo vivimos en las regionales.
La hora de las milicias
En Carabobo, con Francisco Ameliach reapareció en nuestra región el empleo de bandas de malandros tarifados (se acuerdan de la “esquina caliente” en Caracas) para repeler y disuadir las protestas de la oposición. Eso ocurrió el pasado jueves en Valencia: un grupo de jóvenes estudiantes protestaba en la redoma de Guaparo con presencia de la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional cuando llegó una pandilla de motorizados encapuchados y arremetió contra ellos. Todo bajo la mirada sonriente de los mencionados cuerpos de seguridad, quienes tienen el deber de garantizar el orden público y asegurar el goce de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Sin dudas, propiciando la apertura de una eventual guerra civil.
¿Y cuando esto pase?
Los grupos irregulares aupados por el oficialismo tienen una clara misión: sembrar el miedo. Evitar que proliferen las protestas, pues evidentemente se le teme más al malandro sin uniforme que al uniformado.
Pero, además, no es solo el terror lo que intentan sembrar, sino que si la situación se desborda por los enfrentamientos “civiles”, los militares saldrán como a “imponer” el orden, el mismo orden que ellos provocaron que se perdiera. Lo más grave de todo esto, es que la gente tiene la absoluta convicción de que en la dirección en este tipo de procedimientos (por cierto, empleados en Cuba para reprimir igualmente a los opositores) participan agentes también militares cubanos que se encuentran comisionados aquí para la supuesta defensa de la revolución.
Castrismo Vs nacionalismo
No se cuánto tiempo faltará, pero cada vez se aproxima más la batalla final que está en el fondo de lo que nos pasa en Venezuela; y será la confrontación entre el poder de los Castro y sus acólitos revolucionarios -que por ahora dominan con Maduro a la cabeza- y la restante ciudadanía que empuñará la defensa de nuestra soberanía.
La Cuba de los Castro, como sabemos, depende económicamente de Venezuela. Han puesto toda su inteligencia y destreza en mantener el control que han ejercido con Hugo Chávez a la cabeza de la revolución. Por eso, no van a permitir que haya cambios sustanciales después que Chávez no esté. Y harán lo que sea. Hoy día tratan de trasladar a Venezuela los métodos que a ellos les han servido en Cuba para disuadir la protesta de los opositores, que es empleando bandas de civiles para arremeter. Para ello los cubanos ya tienen un ejército paralelo enquistado en nuestro país, que está entrenado por la narcoguerrilla colombiana.
Se que no todos los militares estarán dispuestos a flaquear y ceder nuestra soberanía a Cuba. Me consta que muchos que han acompañado a Chávez no están de acuerdo con la injerencia cubana en Venezuela. Por tanto, lo que se nos avecina no será una batalla entre democracia y chavistas. No señores. Será entre castrismo colonizador, y nacionalismo. Será entre quienes alcahueteen a los Castro mandando en Venezuela, y quienes nos opongamos rotundamente. De seguro coincidiremos con factores que hoy militan en el chavismo pero que aborrecen la intervención castrocomunista en los destinos del país.
Esbirros del socialismo del siglo XXI
Todas las actuaciones de esos grupos armados irregulares de factura cubana escriben la historia negra de la Fuerza Armada Venezolana, las que, dicho sea de paso, no han tenido la valentía de defender al pueblo venezolano. Prefieren seguir enriqueciéndose a cuenta del uniforme y la adulación, a expensas de entregar nuestra soberanía.
Hoy esos jefes militares que indignamente están al frente de la Fuerza Armada (y al servicio de Castro), quedarán marcados para la historia como los esbirros del socialismo del siglo XXI, que llenaron sus bolsillos sin importarles para nada el juramento que hicieron de defender la soberanía nacional.
Esto pasará, no tenemos la menor duda. Los capitostes del régimen, más temprano que tarde serán juzgados, pues en Venezuela en algún momento se restituirá el Estado de derecho. Les digo a los que hoy son jefes militares, que los crímenes de lesa humanidad no prescriben. Alimentar el odio y fomentar la guerra entre hermanos configuran ese tipo de delito.