La NBA tiene montones de historias por descubrir. Muchas de ellas hablan de vidas muy duras en la infancia y un camino tortuoso para llegar al mejor básquetbol del mundo. Pero en los próximos días la liga vivirá un hecho inédito. Por primera vez tendrá en una cancha a un jugador con esclerosis múltiple.
Chris Wright tiene 23 años y recién en 2012 descubrió que tenía esa enfermedad incurable. Después de haber quedado afuera del Draft 2011, pese a sus buenas actuaciones en la Universidad de Georgetown, el base decidió ir a jugar a la liga de Turquía. Y allí fue donde conoció este hecho que le cambiaría la vida.
“Creí que había tropezado o algo. Al día siguiente, había perdido toda sensibilidad en la mano y la pierna derechas”, señala una nota del El Mundo en su versión digital. Eso le sucedió en un entrenamiento y tras consultar a un especialista volvió a Estados Unidos para comenzar un tratamiento.
La esclerosis múltiple es una enfermedad del sistema nervioso que dificulta la comunicación del cerebro a través de los nervios. Puede manifestarse mediante una parálisis parcial o completa, una pérdida de coordinación de los movimientos o falta de equilibrio. Wright logró detectarlo a tiempo y hoy lleva adelante un tratamiento en el que debe vigilar su dieta y visitar el hospital una vez al mes.
“Al principio me asusté, pero nunca me vine abajo. Lo único en lo que pensaba era saber lo que tenía que hacer”, confesó en una entrevista al USA Today. Hoy, Dallas Mavericks le da la chance de llegar y coronar su lucha jugando entre los grandes. Wright, quien ahora estaba jugando en la D-League (Liga de desarrollo de la NBA) firmó un contrato de 10 días con el equipo del excéntrico Mark Cuban justo cuando Estados Unidos celebra la Semana de Concienciación sobre la Esclerosis Múltiple. Casualidad o no, el base tendrá su merecido premio.