Nicolás representa el epítome del nuevo hombre que la revolución chavista nos dejó: carente de formación académica, falto de una visión de Estado, improvisado, producto de encuentros fortuitos, pero azarosos, ungido por su total sumisión y siempre dispuesto a sacar provecho electoral sacrificando la verdad o falseando los hechos. Conceptualizado dentro de la Liga Socialista no como dirigente sino como un “cuadro de acción”, su formación se reduce a un curso en la escuela de cuadros del partido comunista de Cuba, experiencia que le proporcionó magníficos contactos que le servirían a futuro; también asistió a talleres de sindicalismo que incluyen uno en la Untal (Universidad de los Trabajadores de América Latina), de la Democracia Cristiana, que funcionaba en San Antonio de los Altos. Fue encapuchado de la UCV, junto con Jaua, y tras el golpe de 1992, en un intento por acercarse a los militares golpistas, un encuentro afortunado con una abogada ex-sumariadora de la Policía Técnica Judicial (PTJ), Cilia Flores, le proporciona la vía que le permite llegar al líder. Lo demás, para la historia chavista, es precaución y actitud genuflexa.
En sus 100 días de encargaduría gubernamental Nicolás nos muestra como resultado de su gestión una acción concertada del gobierno para detener la escasez de productos de la dieta diaria y ya hemos visto como es casi una tarea titánica conseguir aceite, harina pan, azúcar, pollo, carne, etc. El ofrecimiento de una amnistía a los presos políticos, fue otra promesa falsa. Luego contemplamos con estupor la matanza de Judibana y el intento del gobierno por minimizar los hechos. A continuación vino la devaluación del 46% del bolívar, explicado por el gobierno como un intento por “defender a los venezolanos de la especulación”. Pero lo que es el colmo de la mentira han sido sus declaraciones acerca de que se reunió con el Presidente en Cuba, que éste firmó decretos y que en Caracas el alto gobierno estuvo reunido con Chávez durante 5 horas. Por si fuera poco siempre dijo que el primer mandatario se recuperaría.
En el plano de la vivienda Nicolás ha dicho que: “este año se construirán 380.000 nuevas viviendas y que en los últimos dos años se han construido 358.042 unidades habitacionales” En primer lugar a cualquier observador le resulta claro que si en los dos años anteriores, en los que hubo un gasto público desbocado por favorecer electoralmente al gobierno sólo se construyeron, según cifras oficiales, 358 mil viviendas, este año de seria crisis económica, que se inició con una devaluación muy grande, es mentira que se puedan hacer más soluciones que en los dos años previos. Eso no se lo cree nadie. Pero además es completamente falso que en esos dos años anteriores se hayan construido las viviendas que el gobierno pregona. Hay que tener muy claro que hay una cantidad importante de viviendas en proceso de construcción, pero eso de ninguna manera significa la entrega de vivienda a sus beneficiarios. Por otra parte ya sabemos lo corrompidos que son los contratistas del gobierno con sus empresas de maletín, los cuales subcontratan empresas maulas que a su vez tienen que buscar ingeniería nacional, sub pagándola y explotándola, cuestión que retrasa la culminación de las obras. En fin que construcción no es entrega.
De las 2.500 viviendas que se construyen en la Av. Libertador, apenas se han entregado el 20% de ellas, prueba de lo cual son las protestas todos los días de los damnificados, la falta por ahora del colapso de los servicios públicos y la todavía ausente congestión total del tránsito y de los pocos estacionamientos que quedaron en la zona.
Miguel Méndez Rodulfo
15 de marzo de 2013
mmendezr_3@hotmail.com