El venezolano Pablo García, que lleva veinte años viviendo de forma irregular en Estados Unidos pese a estar casado con un ciudadano de este país, puede por fin “salir de las sombras” tras haber recibido hoy una carta en la que se le notifica que podrá vivir aquí legalmente los próximos dos años.
“Estas horas han sido rarísimas porque de alguna manera tu cuerpo te dice que ha cambiado tu situación dentro de la sociedad, que ya no vas a estar más escondido, entre las sombras, que ya puedes ir por ahí a trabajar, a hacer lo que quieras”, dijo emocionado a Efe García.
El servicio de inmigración y ciudadanía de EEUU le ha otorgado una “acción diferida”, que supone no solamente que no puede ser deportado en los próximos dos años, sino que por primera vez en dos décadas podrá solicitar un permiso temporal de trabajo, un carné de conducir o una identificación del estado de Nueva York.
“La ‘acción diferida’ es una forma especial de alivio que el Gobierno puede otorgar en casos en los que hay importantes factores humanitarios”, explicó también a Efe el abogado de la organización Immigration Equality, Tom Plummer, que ha estado asesorando a García para regularizar su situación.
Según Plummer, últimamente se ha oído hablar mucho en EEUU de la “acción diferida” en el contexto de los “soñadores”, extranjeros que vinieron a EEUU desde muy pequeños y estudiaron aquí, pero el abogado explicó que el Gobierno también la ha concedido en otras circunstancias excepcionales, como la del venezolano.
Y es que García está casado legalmente desde hace dos años con quien es su pareja hace más de veinte, el estadounidense de origen puertorriqueño Santiago Ortiz, pero, al contrario de lo que ocurre con matrimonios heterosexuales, no ha recibido un permiso permanente de residencia debido a la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA).
Esa legislación federal de 1996 define el matrimonio exclusivamente como la unión de un hombre y una mujer, por lo que las parejas homosexuales no pueden patrocinar el visado permanente de sus cónyuges aunque se hayan casado en alguno de los nueve estados de EEUU donde está permitido.
Tras años tratando de regularizar su estatus migratorio y en un momento de “desesperación”, la pareja decidió ponerse en contacto con Immigration Equality, que les ha estado asesorando hasta finalmente conseguir hoy esta “acción diferida”.
Entre risas, García destaca que esta noticia, que llevaba esperando veinte años, le haya llegado el día en el que comienza la primavera y en el que se celebra el primer Día Internacional de la Felicidad.
“Acabamos de ir a cenar y celebrar, he estado pensando mucho en las vueltas que da la vida, cuando nos conocimos jamás pensamos que tantas cosas iban a suceder. Es una felicidad bien grande”, dijo por su parte Ortiz, quien reconoce que su pareja “ha pasado mucho” durante tantos años como indocumentado.
De hecho, el venezolano lleva dos décadas sin subirse a un avión y por lo tanto sin viajar a su país natal, donde su madre se encuentra ahora enferma, siempre por miedo a ser deportado, tratando “de volverte invisible, de no llamar la atención”.
Ahora puede respirar tranquilo, al menos durante dos años, y mientras tanto sigue luchando por una solución permanente junto a otras cuatro parejas homosexuales en su misma situación, que se unieron en abril del año pasado para plantar cara a la ley DOMA con una demanda en el Tribunal del Distrito Este de Nueva York.
Además, la pareja tiene sus esperanzas puestas en el Tribunal Supremo de EEUU, que la próxima semana empezará a escuchar los argumentos orales para determinar si esa normativa es constitucional o si debe ser revocada para permitir que las parejas del mismo sexo tengan las mismas garantías y beneficios.
Entretanto, García, que está cursando un doctorado en literatura y lenguas hispanas y luso-brasileras en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, por su sigla en inglés), tiene claro lo que va a hacer mañana.
“Voy a salir corriendo a pedir el permiso de trabajo y a llevar mi currículum a todas las universidades donde me ofrecieron trabajo y no pude aceptar por la falta de un permiso”. EFE