Si bien abril es la época del cerezo en Japón, el florecimiento de los árboles sakura ya inició en Tokio. La explosión de color, que va del blanco al rosa, comenzó hoy, con todo y las tormentas de arena procedentes de China que están afectando, incluso, a la capital nipona. eluniversal.com.mx
Los japoneses disfrutan de este efímero espectáculo -apenas transcurrida una semana, las flores ya se dejan caer de los árboles sin haberse marchitado- en concentraciones multitudinarias, conocidas como hanami, en las que abunda la bebida, la comida y las cámaras fotográficas para captar el mínimo detalle de la flor. Extienden una especie de lona azul bajo los árboles e inicia el picnic. Otros optan por recorrer los parques tratando de esquivar los pétalos o dan un paseo en bote, incluso esperan a que caiga la noche para ver los troncos iluminados.
En el cementerio de Ayoma se reúnen los que buscan la menor concentración de gente. Caminan bajo los túneles florales que forman los cerezos en una de las entradas del camposanto. Después de recolectar las flores de cinco pétalos, se marchan al parque Ueno para iniciar la fiesta.
Entre los pasillos del parque se han plantado cerca de mil cerezos. Los puestos de sushi y bebidas calientes hechas de esta flor ya son una tradición. Este es el mejor lugar para ver la floración.
Los aires de la tarde hacen que los pétalos caigan y vuelen por toda el área. La entrada al parque durante esta época tiene un costo de cinco dólares.
Otra opción para ver las flores durante el hanami, es dirigirse al parque Asakusa. Hay embarcaciones pequeñas que navegan por el lago ofreciendo un concierto de koto, instrumento tradicional de cuerda, y una explicación sobre las seis especies de cerezos que hay en todo Japón. Costo: 75 dólares. www.hanayashiki.net.
El teatro Noh es otra forma de continuar la fiesta. Con expresiones de danza, poesía, recitación oral y mímica, todas influenciadas por el budismo, el Santuario Yasukuni (www.yasukuni.or.jp) abre sus puertas a los visitantes para presenciar las puestas en escena que explican el origen de la celebración. Se creía que en el tronco de los cerezos habitaba una divinidad a la que había que rendir tributo durante la época de siembra.
Fotos AFP