Son las 8 de la mañana. Su franela se empapa. Gotas de sudor bañan su frente. No es para menos, son 10 kilómetros a trote firme. Está a punto de llegar a la meta. Lo hace tres o cuatro días a la semana. La máquina marca diez. Se baja. Pero nada ha terminado. Al contrario comienza el día.
Ya a las 5 estaba despierta. Lee algunos correos. Le envía un PIN al director de la policía vial. Responde vía SMS a cada una de las personas que le escriben desde Cartanal en los Valles del Tuy, donde estuvo toda la tarde de ayer. Le piden y le piden. Ella da. Certificados de construcción sin deuda. Una operación para una hija. Un micro crédito para comprar una máquina de coser. ¿Cómo no le van a pedir con la deuda social que tiene Venezuela?.
Al salir de la ducha toma rumbo al helipuerto Ávila desde donde saldrá hacia Aramina La Popa, para integrar a 300 personas al programa Hambre Cero que lleva a cabo la Secretaría de Desarrollo Social de Miranda. Ya su equipo le espera allá. Hay tráfico en la autopista. No hay tiempo que perder. Se baja del carro. Se cambia a una moto.
La máquina despega. En cinco minutos se supera Guatire y ya estás en Barlovento. Verde por doquier. Es una selva. Al bajarse una mujer negra, gruesa, con una sonrisa auténtica le grita: “Catira”. La que se baja es Adriana D´Elia. La recibe. La besa. Le abraza. Se acerca más gente. Un rebulú. Las fotos, las cartas, las peticiones. Da lo que puede y es clara con lo que no. No titubea en decirle a quienes están a su alrededor que los certificados de construcción ya estuviesen listos si el gobierno central hubiese bajado los recursos.
El trayecto a pie hacia al toldo donde se llevará a cabo el acto es corto, pero se tarda una hora en llegar. Atiende a cada uno. Entra en un casa. Habla con todos. Recibe las peticiones. Comienza el acto. Con la inclusión en Hambre Cero, trescientos habitantes de Aramina (Barlovento) tendrán las herramientas para salir de la pobreza. “No es una misión. Es un escalón hacia el progreso” dice la Secretaria General de Gobierno de Miranda.
Son dos visiones antagónicas. Con las misiones el gobierno te amarra, te da para tenerte ahí. Te controla. Pero no te ayuda a progresar. Te sientes mejor hoy, pero sin mañana. Hambre Cero es estructural. Es para salir adelante. Le llaman progreso.
Se va el día en Aramina. El regreso es por tierra. La jornada es larga, pero esta maratonista está en forma. Ella confiesa que para llevarle el ritmo a Henrique Capriles se necesita cierta condición física.
Duerme un poco y a las siete de la mañana está en Éxitos 99.9 FM. La va entrevistar César Miguel Rondón. Hablan de varios temas. Los oyentes escriben por el tuiter y el entrevistador se sorprende cuando al aire da su teléfono celular y su correo electrónico a las personas que le quieren contactar. Lo dice al aire: “es primera vez en cuarenta años entrevistando políticos, que un funcionario público da su teléfono al aire”.
Es una servidora. “Es una decisión de vida. Yo dejé todo para servir a los demás”, me confesó en varias ocasiones. Aunque no es la madre Teresa de Calcuta. No es religiosa. Es política. Sirve desde el poder. El poder para servir.
Se equivoca el que crea que D´Elia es una gerente que está en la política. Es una política que es gerente. Son dos cosas muy distintas. Entiende los juegos. Calma las pasiones que a veces el poder desenfrena. Alinea las piezas. Sabe pedir. Sabe exigir. Tiene estrategia.
La humildad. Se compró un pequeño carro coreano con la caja de ahorro de la gobernación. Vayan a ver ustedes cuantos carros y de que tamaño, tienen sus homólogos en otras gobernaciones y sobre todo con que dinero lo compraron. No les caben en los estacionamientos.
Toda Venezuela recuerda como puso al vice presidente Jaua en su sitio. Los burócratas rojos la respetan. Sabe lo que dice y lo que pide.
EL 14 de abril los venezolanos vamos a votar y votar es decidir. No sólo decidiremos quien será el presidente, sino el tipo de funcionarios que le acompañarán. Decidiremos si el próximo presidente estará rodeado de genuinos servidores públicos.
Adriana D´Elia, Juan Maragall, Gustavo Villasmil, Juan Manuel Fernández, Rebeca Velázco, son solo algunos de los nombres que acompañan a Henrique Capriles hoy en Miranda y que con poco han hecho mucho. La otra alternativa es la de las Hummers, los jets, los negocios hechos en nombre del pueblo. Los que dicen odiar el imperio, pero tienen a sus familias viviendo en el.
Vamos a decidir.