Hoy vamos a jugar a que usted es el juez que debe decidir quién está mintiendo en el caso que le describo a continuación.
Los hechos. El 22 julio de 2012, en una poco transitada carretera cerca de Bayamo, Cuba, ocurrió un accidente automovilístico en el que murieron los disidentes cubanos Oswaldo Payá y Harold Cepero. Payá alcanzó notoriedad cuando en 1998 inició el Proyecto Varela, una iniciativa ciudadana para reformar la Constitución y abrir la isla a las libertades básicas y a las elecciones democráticas. Sorprendentemente, 11.020 cubanos firmaron la petición, aun sabiendo que ese gesto acarrearía represalias del Gobierno. Su larga lucha contra el régimen castrista había sido internacionalmente reconocida y en 2002 obtuvo el Premio Sájarov del Parlamento Europeo.
El auto donde murieron Payá y Cepero era conducido por Ángel Carromero, un político español de 27 años, dirigente local de Nuevas Generaciones, la organización juvenil del Partido Popular. También viajaba Jens Aron Modig, activista político sueco. Ambos sufrieron heridas leves. Las fotografías tras el accidente, distribuidas por el Gobierno cubano, muestran un impacto devastador en la parte trasera del coche.
La versión del conductor del vehículo. En el juicio a Carromero en Cuba, el fiscal pidió siete años de cárcel por “homicidio imprudente”. El español asumió la responsabilidad, y en un video afirma que perdió el control del coche y que ningún otro vehículo intervino en el accidente. Gracias a un tratado entre Cuba y España, fue repatriado a su país, donde cumplirá la pena de cuatro años impuesta por la justicia cubana. Pero una vez en su España, Carromero cambió su versión. Asegura que su vehículo alquilado estaba siendo seguido todo el tiempo, y que fue violentamente embestido por atrás en un impacto que causó la muerte de los dos pasajeros sentados en el asiento posterior. En una entrevista con Jackson Diehl, del The Washington Post, Carromero cuenta que lo llevaron a un hospital y que, a pesar de no haber sufrido mayores heridas, le administraron potentes sedantes. De allí fue trasladado a una cárcel. “Me mantuvieron incomunicado y nunca pude ver la luz del día. Caminamos entre las cucarachas hasta que me pusieron en la celda de enfermería, junto con otro preso cubano. Las condiciones eran deplorables. Un chorro de agua caía desde el techo una vez al día, la letrina no tenía tanque, y se podía usar solamente cuando uno lograba acumular un cubo de agua para luego tirarlo en el recipiente. La celda estaba llena de insectos que me despertaban al caerme encima”.
También habla de agresivos interrogatorios, en los cuales cada vez que repetía que lo habían embestido por detrás a gran velocidad sus carceleros se ponían furiosos: “Uno me dijo: ‘Tú estás muy joven para perder tu vida aquí. Lo que cuentas no ha pasado, y si insistes en tu versión pasarás largos años en esta cárcel’. Luego, vino un experto del Gobierno que me dio la versión oficial del accidente y me informó que si yo la confirmaba, nada me pasaría. Yo lo que quería era escapar como fuese de ese infierno y decidí hacer lo que ellos me pedían, firmé y grabé el video. Pero todo fue una farsa”. Por su parte, Modig, de regreso en Suecia, insiste en que quiere olvidar esa pesadilla y que él estaba dormido y no sabe lo que sucedió. La hija de Payá, Rosa, asegura que su padre vivía bajo constantes amenazas de muerte, que últimamente se habían hecho más frecuentes y que incluso, poco tiempo antes de su fallecimiento, fue víctima de un sospechoso accidente de tráfico en el que casi pierde la vida con su esposa.
La versión del Gobierno cubano. El automóvil viajaba con exceso de velocidad en una vía en malas condiciones, el conductor perdió el control y se estrelló contra un árbol. Otras interpretaciones son simplemente el intento del Gobierno estadounidense y los enemigos tradicionales de la revolución para hacer creer que un trágico accidente automovilístico fue en realidad un crimen político. Según el diario oficial Granma, “los testimonios irrefutables de peritos y testigos presenciales, incluidos los dos extranjeros participantes en el trágico suceso, le han cerrado el paso a la infame insinuación” de que el régimen haya podido asesinar a estos dos líderes de la oposición. Después de todo, afirma Granma, “es conocida la historia inmaculada de la revolución que triunfó y ha sido mantenida por medio siglo sin una sola ejecución extrajudicial, sin un desaparecido, un torturado, un secuestrado, un solo acto terrorista”.
Usted. ¿Quién cree que está mintiendo? Mándeme su veredicto por Twitter.