El Papa argentino Francisco exhortó este sábado en la vigilia pascual, que conmemora la resurrección de Cristo, a no resignarse ni a perder la confianza ante las dificultades.
Por Ana Fernández/AFP
“No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos”, exhortó el Papa en la homilía de esta liturgia de la luz, en un mensaje que bien puede aplicarse no sólo a la religión sino a cualquier dificultad que el ser humano encuentra en la vida, en particular, en épocas de crisis.
“Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura” y recordó a los incrédulos que no hay que “cerrarse a la novedad”, en las “sorpresas de Dios”, porque ésta transforma.
Esta ceremonia de la luz, denominada la liturgia de la luz, empezó en el atrio de la fastuosa basílica de San Pedro, totalmente a oscuras, con el Papa y los sacerdotes vestidos de blanco.
Una vez encendido en el atrio de la basílica el cirio pascual, una gran vela que simboliza a Cristo resucitado, y que sirve para alumbrar las velas de los fieles, comenzó la procesión silenciosa del Papa y sus ministros hasta el altar mayor, momento en que se encienden las luces del templo.
“Es la celebración más rica y quizá la más bella” de la Semana Santa, según el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Este año, esta liturgia, que solía durar tres horas, ha sido reducida por expreso deseo del papa argentino.
En la ceremonia, el Papa administró los sacramentos -bautismo, confirmación y primera comunión- a cuatro jóvenes procedentes de Italia, Albania, Rusia y Estados Unidos.
Elegido al trono de Pedro el pasado 13 de marzo, Francisco ha jalonado sus dos primeras semanas de numerosos cambios que indican que quiere conducir a la Iglesia por el camino de la sencillez, la humildad y la concordia.
El Jueves Santo se desplazó a una cárcel de menores para oficiar la liturgia del lavado de pies a doce jóvenes reclusos, entre ellos dos chicas y dos musulmanes.
El Viernes Santo oró por la paz en Oriente Medio, y el entendimiento de cristianos y musulmanes, cuya coexistencia en esa región no siempre es fácil, en particular en Egipto, Irak, Siria, Líbano o Libia.
El Papa de los gestos
“La Iglesia debe salir de sí misma e ir a la periferia, no solo geográfica, sino existencial”, ha dicho.
La elección del papa argentino, el primer no europeo que llega a la cabeza del Vaticano, suscita enorme expectación en esta anquilosada institución milenaria que pierde fieles a favor de las iglesias evangélicas, en particular en el “Nuevo Mundo”, y del laicismo imperante en Occidente.
“De este Papa sí que habrá cambios”, dice la argentina Karina Buslowicz, de Santa Fe, que se compró los pasajes para Italia “quince minutos” después de saber que un compatriota suyo iba a suceder a Benedicto XVI tras su renuncia al frente de la Iglesia católica.
“Por lo menos, que no todo sea posible”, dice a la AFP esta combativa católica en referencia a los escándalos de pedofilia que sólo han encontrado condena últimamente en el papado de Benedicto XVI.
El domingo, Francisco celebrará la misa de Pascua ante decenas de miles de peregrinos e impartirá la bendición “Urbi et Orbi” (“a la ciudad y al mundo”) desde el balcón de la Basílica de San Pedro, una ceremonia que sólo se realiza en Navidad y el domingo de Pascua, además del día en que se elige Papa. Se espera que la lluvia que ha caído en la tarde de este sábado, dé una tregua para esta actividad al aire libre.
Pero ni siquiera el atractivo que suscita el nuevo Papa y la perspectiva del largo fin de semana de vacaciones parece un incentivo para sacar a los italianos de la depresión que genera la situación económica, agravada por el caos político que impide formar un gobierno.
Ha caído el número de personas que se han ido de vacaciones un 14,1%, así como la ocupación hotelera y la venta de huevos de Pascua, una fiesta religiosa y familiar muy importante en Italia.