*** Con la responsabilidad que tienen como guardianes del material electoral, a los oficiales del Ejército les llegó la hora de recordar la última estrofa de nuestro himno: “Si un brazo extranjero se atreve/ a infamar de este suelo el honor…”.
Dentro de tres días Venezuela se liberará del yugo cubano desmantelando el diabólico tinglado de fraude construido por el G2 y apadrinado por los malos venezolanos que han traicionado a la Patria. Se avizora la tierra prometida, plena de libertad, inclusión y bienestar. Estamos cerca, pero el trayecto es empinado y escabroso.
La derrota del 7-O hizo que Capriles reconociera la verdadera naturaleza del adversario y enderezara el rumbo por donde le habían enfilado asesores con agendas ocultas. Hasta el 7-O esos consultores cantaban a coro con el Gobierno loas al sistema de votación, proclamando que era perfecto, inviolable y honesto. Con sus informes tendenciosos, estos infiltrados convencían a la MUD y a la oposición que la mayoría de las decisiones del CNE tenían que ser aceptadas sin discusión. Adicionalmente lograron controlar las actividades técnico-electorales de la MUD, incluyendo el conteo rápido en los días de elecciones. Al monopolizar la asesoria de la MUD y el candidato se convirtieron en el Caballo de Troya del Gobierno.
En las elecciones presidenciales del 2006 y el 2012, estos “expertos” convencieron a los candidatos opositores a firmar un documento aceptando a priori y sin discusión los resultados que emitiera el CNE. De esta manera esos lideres opositores fueron castrados haciéndoles renunciar a su derecho a reclamar cualquier irregularidad que se detectara. La noche de las elecciones, al emitir el CNE su primer boletín, en base a la totalizacion electrónica, estos inescrupulosos asesores se acercaron presurosos a Manuel Rosales (2006) y a Henrique Capriles y le hicieron ver que sus cifras del conteo rápido “coincidían” con los del CNE y que por tanto había que capitular. A esto lo bauticé con el nombre del Síndrome del Candidato Sumiso. Con esta jugada lograron que las auditorias de verificación ciudadana no se hicieran, alegando que ya el candidato opositor habia “concedido” su derrota. De inmediato desmontaron el aparato electoral y el Plan República, y funcionarios del CNE hicieron desaparecer las pruebas, haciendo imposible cualquier auditoría a posteriori.
Esta jugada fue ejecutada aviesamente en varias oportunidades y pensaban repetirla el 14-A. Por fortuna, Capriles oyó el clamor de las bases y firmemente declaró que no firmaría el “auto suicidio” propuesto por Lucena para naricearlo. Esta valiente decisión cambia las reglas del juego. Ahora no solamente se debe contar el 54% de las mesas para verificar que los resultados físicos coinciden con los de las máquinas, sino esperar que las constancias de verificación debidamente firmadas arriben al CNE y a los comandos de campaña, y sean revisados y totalizados. Todo esto antes de aceptar uno u otro resultado.
Falta saber qué hará la Sra. Lucena el domingo en la noche, cuando el Gobierno le trasmitirá las instrucciones de La Habana. La Constitución establece la transparencia del voto según la Ley de Procedimientos Electorales, en la cual consta la obligatoriedad de la verificación ciudadana. Para ese momento, La Habana ya habrá contabilizado los verdaderos números y sabrá si en realidad ganó o perdió. Esa información ni siquiera la tendrá el CNE.
Si en verdad ganan, los Castro autorizarán la verificación que solicita Capriles. Si pierden, podría impedirla, violando abiertamente la ley. Simultáneamente manipularán el 46% de los votos no auditables, para que los números cuadren. Esta acción equivale a una aceptación pública de fraude y abrirá una saco de grillos que conducirá a la auto-destrucción. Conscientes de su debacle, Maduro y Diosdado han montado un aquelarre de acusaciones fantásticas y absurdas. Pero ya el pueblo no cree en ellos.
Dios quiera que los jefes políticos chavistas que amen a Venezuela más que a Cuba estén a la altura de las circunstancias en estas horas peligrosas. Y que en las FANB quede un rescoldo del honor militar que se les inculcó en las Academias, y que los oficiales del Ejército recuerden el verdadero lema de nuestra Alma Mater: “La Academia Militar forma hombres dignos y útiles a la Patria” y la última estrofa del vibrante himno de nuestra fuerza:
“Si un brazo extranjero se atreve
a infamar de este suelo el honor,
antes muerte mil veces nos lleve,
que rendirnos al torpe invasor”
La libertad la tenemos al frente y a la mano este domingo. No podemos dejar pasar esta oportunidad de volver a ser libres. A votar masivamente para impedir el fraude. Fuera los invasores castro comunista y sus colaboradores vende patria.
¡Dios salve a Venezuela!