Una exhibición de réplicas de proyectiles y cohetes rodeados de flores inaugurada el viernes en Pyongyang pone de manifiesto el orgullo de Corea del Norte por su arsenal ilícito que ha puesto a la región en vilo.
El gobierno norcoreano ha advertido que tiene armas apuntadas a sus rivales en caso de ser provocado, pero todavía no ha revelado planes específicos de disparar un proyectil ni efectuar otra prueba nuclear.
Sin embargo, a la llegada a Seúl el viernes del secretario de Estado norteamericano John Kerry para conversar con funcionarios surcoreanos, un alto jefe militar estadounidense dijo a la prensa que no hay indicios de movimientos militares que confirmaran tal presunción. Habló con la condición de guardar el anonimato por no estar autorizado a declarar públicamente sobre el tema.
Durante semanas, Corea del Norte ha proferido un torrente de amenazas que en el exterior se consideran un esfuerzo por provocar temores y presionar a Seúl y Washington con el fin de que cambien sus políticas hacia Pyongyang. También se cree que sirven para demostrar al pueblo norcoreano que su joven líder es suficientemente firme como para hacer frente a sus poderosos adversarios.
Fuerzas militares de Estados Unidos y Corea del Sur han llevado a cabo sus ejercicios militares conjuntos anuales en el sur desde principios de marzo, incluso la movilización de aviones sigilosos de capacidad nuclear y cazas de guerra en lo que la fuerza aérea estadounidense reconoció fue una demostración deliberada de poderío militar.
El aumento en las tensiones tiene lugar en momentos en que Corea del Norte celebra una serie de primeros aniversarios para su líder, Kim Jong Un, quien asumió el poder en diciembre del 2011 tras la muerte de su padre, Kim Jong Il. Hace un año fue nombrado titular del Partido de los Trabajadores y el sábado cumplirá su primer año como titular de la Comisión Nacional de Defensa, el máximo organismo de gobierno.
Los norcoreanos también han empezado a celebrar el natalicio el 15 de abril del abuelo de Kim, Kim Il Sung, considerada la celebración nacional más importante, destinada a cimentar la lealtad a la familia gobernante.
En la colina de Mansu, donde se alzan enormes estatuas de bronce de los dos líderes ya fallecidos, los ciudadanos de Pyongyang limpiaban el viernes por la mañana las escalinatas a la plaza en preparativo para la multitud que rendirá homenaje a los Kim.
La lealtad a la familia gobernante y al estado es inculcada desde la niñez en esta nación militarizada, en la que los carteles callejeros exhortan a “Defender hasta la muerte” y exigen a los ciudadanos a convertirse en “bombas humanas” en favor del líder Kim Jong Un. AP