Venezuela elige este domingo presidente entre el oficialista Nicolás Maduro y el opositor Henrique Capriles, abriendo una nueva era después de 14 años de liderazgo hiperpersonalizado del fallecido Hugo Chávez, cuya ‘revolución’ dividió profundamente al país.
Los más de 13.000 centros de votación empezaron a abrir a las seis de la mañana y en algunos de ellos ya se habían formado algunas colas en este país donde los electores suelen votar masivamente, constataron periodistas de la AFP.
“Vamos Comanditos a romper récords de Participación de nuestra Democracia Movilizada. El Soberano Decidirá el Rumbo de la Patria de Bolívar”, escribió Maduro, en su cuenta de Twitter.
“Está aclarando la mañana en Venezuela…Vamos a votar!Esperanza,Fe y Valentía!”, conminó también Capriles.
Estas elecciones, convocadas 40 días después de la muerte de Chávez de cáncer, enfrentan a su delfín, Maduro, favorito en las encuestas, con el joven gobernador Capriles, al término de una atípica campaña marcada por el luto de los chavistas y el culto al mandatario, convertido en una figura casi religiosa.
Maduro, de 50 años y actual presidente interino, busca el voto respaldado en dos poderosas armas: el hecho de que Chávez pidió antes de morir el voto para su heredero político y disponer de la maquinaria chavista, con una fuerte capacidad de movilización electoral.
“Su campaña ha estado centrada en el mensaje de que él es ‘hijo’ del comandante, eso simbólicamente es muy importante, pero también está la movilización de todos los recursos para garantizar el voto”, como el uso de autobuses del Estado, dice a la AFP el sociólogo Ignacio Avalos.
Maduro, un exconductor de bus y colaborador fiel de Chávez desde los inicios de la ‘revolución bolivariana’, promete continuar el legado de su mentor en pro de los más desfavorecidos y mantener sus populares programas sociales costeados con la renta petrolera, pese a los síntomas de agotamiento de ese sistema que han hecho sonar las alarmas a muchos analistas.
Segunda oportunidad para Capriles
Frente al delfín del hombre fuerte que gobernó Venezuela desde 1999, todavía omnipresente en afiches, canciones improvisadas y en las conversaciones diarias de los venezolanos, Capriles hace su segunda apuesta presidencial en seis meses.
El gobernador de Miranda, de 40 años, que perdió en octubre contra Chávez por 11 puntos aunque obtuvo el mejor resultado de la oposición contra el mandatario, ha sorprendido a los observadores, logrando movilizar en masa a sus seguidores, en esta breve campaña de diez días.
Capriles aceptó lanzarse a la carrera pese a que sus colaboradores le advirtieron que “iba al matadero” -como dijo el propio candidato- y ese gesto de “valentía política”, además de un discurso más duro y directo, “le ha funcionado bien”, añadió Avalos.
La publicación de encuestas está prohibida esta semana en Venezuela, pero las últimas publicadas constataron una reducción considerable de la brecha entre Capriles y Maduro, quien llegó a tener 20 puntos de ventaja en el momento de mayor conmoción por el fallecimiento de Chávez.
Ambos candidatos mantuvieron un tono agresivo durante la campaña: Maduro acusó a la “burguesía”, como denomina a la oposición, de preparar todo tipo de planes de sabotaje, atentados y de desconocimiento de los resultados, y Capriles tildó a su rival de mentiroso y “enchufado” con el poder.
Un país partido en dos
El tono agrio evidenció la fractura social que reina en el país, alimentada durante los últimos años por el discurso polarizador de Chávez, quien trazó una línea divisoria entre ricos y pobres y decidió que quien no estaba con él, estaba contra él.
Además de la reconciliación nacional, el próximo presidente, que gobernará hasta 2019, afrontará el reto de enderezar una economía totalmente dependiente de la renta petrolera y golpeada por el déficit público, la inflación, la caída en picada de la producción, la escasez o la sequía de divisas. Atacar la inseguridad, con 16.000 homicidios en 2012, la mayor tasa de Suramérica, también será una de las prioridades.
Los resultados electorales serán anunciados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) en la noche cuando su tendencia sea irreversible, previsiblemente unas tres horas después del cierre a las 22H30 GMT o cuando no queden electores en la cola.
Ambos candidatos se comprometieron a respetar la “voluntad del pueblo”, aunque Capriles se ha mostrado receloso de la imparcialidad del CNE.
“Tenemos que estar alertas, porque nosotros no estamos dispuestos a aceptar que se tuerza la voluntad de nuestro pueblo”, afirmó el sábado.
Más de 140.000 militares velan por la seguridad en el país -que cerró sus fronteras terrestres- además de custodiar las máquinas de votación.
En Venezuela, con casi 19 millones de electores de una población de 28,9 millones, el voto es electrónico y el proceso está completamente automatizado. Unas 100.000 personas están habilitadas para votar en el exterior.
Unos 170 acompañantes observadores internacionales se encuentra en el país, entre éstos un equipo de la Unasur y del estadounidense Centro Carter.
Afp