Un hombre acusado de confabularse con miembros de al-Qaida en Irán para descarrilar un tren en Canadá hizo una confusa declaración el miércoles en un tribunal de Toronto y dio a entender que no reconoce su jurisdicción. AP
Funcionarios policiales en Estados Unidos indicaron que el blanco era un tren que hace el recorrido entre Canadá y la ciudad de Nueva York. Investigadores canadienses dijeron que Chiheb Esseghaier, de 30 años, y Raed Jaser, de 35, recibieron orientación de miembros de al-Qaida en Irán. Funcionarios en Teherán dijeron que el gobierno iraní no tenía nada que ver con ese plan.
“Mi comentario es el siguiente debido a que todas esas conclusiones fueron extraídas en base al código penal y todos sabemos que este código penal no es un libro sagrado”, dijo Esseghaier en la audiencia el miércoles. “No podemos depender de las conclusiones extraídas de estos juicios”.
El juez le recomendó que se guarde ese argumento “para otro tribunal” y atienda el consejo de sus abogados. Fue citado para el 23 de mayo.
Los cargos contra los dos acusados en Canadá incluyen confabulación para llevar a cabo un ataque y asesinar gente en asociación con un grupo terrorista. La policía, alertada por un imán preocupado por el comportamiento de uno de los sospechosos, dijo que era el primer ataque del que se tiene noticia planeado por al-Qaida en Canadá. Los dos podrían ser sentenciados a prisión perpetua de ser condenados.
En una breve audiencia en Montreal el martes, Esseghaier se negó a ser representado por un abogado designado por el tribunal. Hizo una breve declaración en francés en la que rechazó los cargos que se le imputan.
Esseghaier, arrestado el lunes por la tarde en un restaurante McDonald’s en la estación ferroviaria, fue llevado a Toronto para que comparezca ante la justicia en la ciudad donde se ventilará el juicio.
Jaser también compareció el martes en Toronto y tampoco presentó ninguna declaración formal. Lo volvieron a citar para el 23 de mayo. El tribunal concedió un pedido de su abogado, John Norris, para que se prohíba la publicación de futuras pruebas y testimonios.
El caso ha planteado interrogantes sobre la magnitud de la relación de Irán, de mayoría chií, con al-Qaida, una red terrorista predominantemente suní.