Los equipos de rescate de Bangladesh abandonaron las esperanzas de encontrar más supervivientes entre los restos de un edificio que se derrumbó hace cinco días y el lunes comenzaron a utilizar maquinaria pesada para retirar los escombros y buscar los cuerpos, la mayoría de trabajadores en los talleres de confección de ropa que estaban instalados allí.
Mientras tanto, volvió a estallar la violencia por las pésimas condiciones laborales en las fábricas de ropa de Bangladesh, que son uno de los pilares de la economía nacional.
Cientos de trabajadores salieron el lunes a las calles de Ashulia, un barrio de Dacca, y prendieron fuego a una ambulancia, informó el canal privado Televisión Independiente. Agregó que los descontentos también trataron de incendiar una fábrica.
Las autoridades cerraron todas las fábricas de confección en los suburbios industriales de Ashulia y Gazipur, entre ellas una en la que presuntamente aparecieron grietas y fue evacuada previamente.
Por lo menos 381 personas murieron cuando el miércoles por la mañana se desplomó parte del edificio de ocho pisos Rana Plaza, construido ilegalmente. En su interior había cinco fábricas de ropa con miles de trabajadores. Se han confirmado unos 2.500 supervivientes.
Las autoridades capturaron el domingo al dueño fugitivo del edificio, a Mohammed Sohel Rana, en el poblado de Bonapole, fronterizo con India, cuando pretendía huir hacia el estado indio de Bengala Occidental. Rana fue devuelto en helicóptero a la capital, Dacca, para encarar cargos de negligencia.
La tragedia constituye la que ha cobrado más vidas en la industria de la confección en Bangladesh, que alcanza unos 20.000 millones de dólares al año y provee de productos a minoristas de todo el mundo.
Voluntarios, soldados y bomberos han trabajado casi sin descanso desde el miércoles, trabajando básicamente con las manos y equipos de iluminación para tratar de rescatar sobrevivientes.
Alrededor de la medianoche del domingo, las autoridades desplegaron grúas hidráulicas y maquinaria pesada de corte para romper las enormes losas de hormigón en segmentos manejables que puedan ser retirados. AP