En la oposición algunos hubieran aplaudido que Julio Borges le hubiese dado un silletazo a ese bárbaro gordiflón, muestra ejemplar de un cierto chavismo y de un personaje siempre presente en América Latina. Un amigo, comiéndose tranquilamente una cachapa, sentenciaba que si a él físicamente lo superaba un agresor salía a buscar un revolver; a continuación se quejó de que le habían colocado margarina en vez de mantequilla a la cachapa, y rechazó darle a probar una porción a un partidario de la no violencia.
Los críticos de Julio Borges callan por decencia y por solidaridad, reconocen que la barbarie de la Asamblea acabó con la farsa del discurso de amor de Maduro.
Nuestros líderes políticos se vanagloriaban de ser arrechos desde Bolívar a Gómez, Betancourt, Leoni o Carlos Andrés; hasta Caldera consideraba pecado mortal no darle un mandarriazo al agresor. La guapería de Chávez no vino de la nada, sigue una tradición venezolana. Se dirá que esos dirigentes con tabaco en la vejiga nos llevaron adonde estamos. ¿Seguro? ¿O nuestra tragedia ha sido que nos han faltado unos cuantos líderes iguales en estos tiempos?
La no violencia la emplearon los discípulos den Gandhi y de Martin Luther King, no gente retrechera, indisciplinada y burlona. Sin embargo, la India moderna construyó su bomba atómica y resolvió con las armas sus conflictos con China y Pakistán. En Occidente en cambio se popularizaron las enseñanzas orientales.
Algún diputado chavista se avergonzaba de ese espectáculo repugnante, una Iris Varela dijo que los diputados se merecían esos carajazos. Los que permanecieron en silencio son cómplices cobardes del crimen.
El venezolano común prefiere la respuesta violenta pero rechaza la cayapa, la salvajada, se coloca de parte del débil, cosa de verdad admirable. Lo ocurrido en la Asamblea le quitaría votos a Maduro si hubiera elecciones a la vuelta de la esquina. Su supuesto padre era otra persona en época electoral, pero amenazaba con meter preso a Rosales después de las elecciones.
La no violencia de Luther King desafiaba el racismo. King encontró la muerte en Alabama, sus seguidores se a enfrentaban policías con perros. Gandhi ordenaba violar las leyes injustas deliberadamente. Gandhi pasó mucho tiempo en la cárcel; los suyos, en especial los menos conocidos, recibían verdaderas palizas sin alzar los brazos para defenderse, y los mataban de vez en cuando.
Los que practican la no violencia acosan al agresor; algo así como si los diputados de la oposición se hubieran sentado frente a Miraflores con un cartel acusando a Maduro de ordenar esta salvajada.
Al inicio de la Revolución cubana fusilaban a los violentos y a los no violentos. Una gran parte de América Latina y de Europa aplaudió el paredón, leían con entusiasmo al Trotsky del terrorismo y el comunismo, y a Gandhi lo consideraban un fenómeno exótico. En la Cuba actual no hay otro camino que seguir las enseñanzas de la no violencia.
¿Sirve la no violencia? Sí, con tal de que sigamos las enseñanzas de Cristo hasta el final, es decir la crucifixión.
Mi amigo prefiere comer carne y cachapa. Yo también. Carne chorreante, bien roja. Podemos estar equivocados, y que haya llegado el momento de cambiar el alma de este país. Quién sabe. Por ahora marchamos en los límites del gueto del este, no hacia el centro de Caracas.