Cuando el Conde de Mirabeau se resistió a la amenaza del Marqués de Brézé, Gran maestro de ceremonias del Rey Luis XVI, si no abandonaba la sala de la Asamblea Nacional en la cual se deliberaba la nueva Constitución del Estado Francés, advirtió: “¡La fuerza armada rodea la Asamblea! Os requiero a que os revistáis de vuestra dignidad, de vuestra autoridad legislativa, que os apoyéis en la santidad de vuestro juramento, que no nos permite separarnos hasta que se haya terminado la Constitución…”.
Y remató diciendo: “Si os han encargado echarnos de aquí habréis de emplear la fuerza, pues sólo cederemos ante las balas de las bayonetas”. Los diputados se mantuvieron firmes. Mirabeau se ganó el respeto de toda la Asamblea, y ese día –el 23 de Junio de 1789– se recuerda como el cese del poder real. Brézé terminó desterrado en Suiza, donde sus cualidades serviles, no sirvieron de nada.
Año 2000. Fujimori va a reelección en Perú, sin renunciar a su investidura de PDR. Tras una campaña empañada de acusaciones de fraude, las elecciones se celebran en Abril. Alejandro Toledo -líder del movimiento político Perú Posible- obtiene un cuestionado segundo lugar. Toledo se niega a participar en la segunda vuelta alegando fraude, por lo que llama a votar en blanco como protesta. Un mes más tarde (Mayo-2000), Alberto Fujimori es elegido.
El país cae en protestas y agitación. Surge la marcha de los cuatro suyos (oposición unida), en la que acusan a Toledo de incendiar el Banco de La Nación. Se descubre que fueron agentes infiltrados (explosivos de Montesinos)… Al iniciar su tercer período, Fujimori se ve envuelto en el video-escándalo. Sale a la luz pública la corrupción de Montesinos, el más cercano colaborador de Fujimori.
Estalla la última crisis del gobierno y el 16S-00, el recién electo presidente da un sorpresivo mensaje a la nación donde anuncia la desactivación del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional), convocando a nuevas elecciones. En esos comicios, no participa como candidato. Montesinos huye a Venezuela donde fue capturado y repatriado. Toledo gana, Fujimori se asila, y renuncia vía fax desde Japón… Hoy ambos cumplen condena en Perú, y Montesinos no ríe más…
1957. Pérez Jiménez finalizaba su mandato. Convoca rápidamente un plebiscito (15D-1957), para decidir su reelección para el período 1958-1963. Según los datos del Gobierno de Pérez Jiménez, la población aprobó su continuidad. Ningún partido opositor reconoció su victoria… Un hombre conocido como el Chacal de Güiria, Pedro de Alcántara Estrada Albornoz, seria el gendarme encargado por el dictador de desmantelar las andanzas clandestinas de AD, Copei y el PCV, desde las paredes y barrotes de la SN. Cofundador de Interpol y reconocido como uno de los mejores policías del mundo, Estrada es recordado como un hombre frívolo y calculador, portador de una risa nerviosa.
Terminó exiliado en París donde fallece en 1989. Sus memorias –donde pasean las confidencias del régimen– aún esperan ser conocidas… El 23E-58, Pérez Jiménez y Estrada marcharon a República Dominicana, protegidos por el dictador Chapita Trujillo… mientras la democracia le sonreía al pueblo venezolano.
Desde la llegada de Chávez al poder muchos han reído, el dolor ajeno… Ese que padecen los presos políticos, el que sufrió Brito o adolecen tantas victimas de la violencia. Algunos se han ido después de reír, de hacer listas, de profanar tumbas o despojar derechos, sufriendo quizás más, que lo provocado… Ahora le tocó a nuestra AN. Golpizas de botiquín propinadas por mercenarios a diputados del pueblo, por el delito de disentir. Parlamentarios emboscados por cortesanos de odios. No les importó patear mujeres u hombres, como tampoco les importo reír en medio del agavillamiento…
Mientras tanto, las instituciones van a manos caídas (MP, DP, TSJ), privando de libertad a inocentes y persiguiendo a las victimas. Y también ríen, como lo hicieron en el circo, como lo hacia el maestro de ceremonias del Rey; como lo hizo el celestino Montesinos o como hipaba Estrada, mientras contemplaba a sus torturados. Una risa –insistimos– nerviosa, contenida, impúdica; porque saben –como hombres de mando– que quien así somete, jamás terminará postrado –cómodamente– en la misma silla donde le vieron reír.
El que ríe de ultimo ríe mejor dice el dicho. Pero tampoco lo deseo, si de venganza se trata. Basta que se haga justicia y cese la absolutez; que se aplique la ley y renazca el derecho, o se marchen los cínicos y resurja la República, la de hombres serios, la de hombres que no se permitan reír, por verse apadrinados de poder y de armas, incluso, nerviosamente….No pido más.
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