Los resultados de la autopsia fueron suficientes para que Saray Maita dejara de encubrir a su pareja. La primera versión rodó por tierra y la joven relató a su familia y a quienes investigaban el caso el dramático y violento final de la última de sus hijas, de apenas un año y 11 meses de edad.
Crismarys Valentina pasó el sábado con fiebre y diarrea, por lo que su mamá la acostó en una cama y la cubrió con una sábana para que sudara la fiebre. Un mal día en el trabajo hizo que Cristian Paredes, pareja de Saray y papá de la pequeña, llegara esa noche de mal humor a su casa.
La bebé lloraba incesantemente y él comenzó a golpearla para que se callara. Le pegaba en la cabeza, pero la niña no se callaba. Saray se la quitó de las manos y Cristian descargó su furia contra ella. Luego le lanzó una patada en la cabeza a su hija y los llantos cesaron inmediatamente.
Me la mataste… mataste a la bebé, atinó a decir la joven antes que su pareja la amenazara con matarla a ella, a su otra hija y a su familia, si se atrevía a denunciarlo. Luego la obligó a acompañarlo al CDI de Bella Vista y a avalar la versión que él daría a los médicos.
“Rompió el silencio”
La primera versión sobre la muerte de la bebé fue que el sábado en la mañana se cayó de una cama y horas después le comenzó una fiebre, diarrea y convulsiones. Según Cristian, Crismarys murió a las 8:00 de la noche, cuando la trasladaban al centro médico.
El resultado de la autopsia fue otro: Edema cerebral por traumatismo craneoencefálico. “No era un golpe lo que tenía, eran varios golpes y eso desmontó el primer relato”, comentó uno de los funcionarios del Eje Contra Homicidios de la Policía científica (Cicpc) asignado al caso.
“Mi hija rompió el silencio cuando le entregaron los resultados (…) reveló que su pareja, el papá de la bebé, le propinó una brutal golpiza para que dejara de llorar y cuando ella intervino, él mató a la bebé de una patada”, contó la abuela de Crismarys, Yolanda Monasterios.
Agregó que su yerno es un vendedor de frutas, adicto a las drogas y describió como “abusiva” la relación que tenía con su hija. “Los maltratos comenzaron cuando nació la bebé (…) a la otra niña no le hizo nada porque yo soy la que la está criando”, acotó la mujer.
Entregado bajo engaño
Mientras Saray declaraba ante el Cicpc, Cristian permanecía en su casa (ubicada en la calle Gasbel de Altamira I) confiado en que ella no lo delataría. Para que no sospechara nada y huyera, debieron entregarlo bajo engaño a las autoridades.
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