Durante los 16 años que Marcos Espinoza tiene viviendo en la calle 9 de La Urbina ha visto cientos de planes de seguridad implantados en la zona, pero la incidencia delictiva continúa. “Agobiado. Así me siento”, expresó. el-nacional.com / Vanessa Moreno Losada
Ese es el sentimiento común entre vecinos y trabajadores que deben coexistir con el hampa en La Urbina, pese a los esfuerzos de la Policía Municipal y de la alcaldía. Las limitaciones en capital humano y en equipos dejan una hendidura en la estrategia de prevención que los delincuentes saben aprovechar y que intentan ser compensada con la vigilancia digital y la cooperación vecinal.
Trabajadores de la zona industrial de La Urbina aseguran que mensualmente pueden contabilizar hasta seis asaltos a mano armada, perpetrados por motorizados armados que huyen con facilidad hacia las zonas populares de Petare y la autopista Francisco Fajardo. También reportan robos a instalaciones de negocios realizados durante la noche, siendo las calles 2, 3 y 9 las más peligrosas.
En la urbanización los azotes han perfeccionado el delito de robo de vehículos y apartamentos, además de los asaltos a transeúntes. “Creemos que la falta de iluminación y el nuevo edificio de la Misión Vivienda son factores de riesgo para la urbanización”, dijo Carlos Montero, vecino de la calle 13.
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