Un grupo de paleontólogos ha descubierto el fósil de una muela de más de 25 millones de años que guarda “información clave” para comprender cómo se separaron genéticamente los monos y los simios, publica hoy la revista científica “Nature”.
El equipo investigador, formado en su mayoría por estadounidenses y australianos, halló en una excavación realizada entre 2011 y 2012 en Tanzania (África) los restos más antiguos que se conocen hasta ahora de un miembro de los primeros primates.
Monos y simios -de los que descienden los humanos- pertenecieron en su origen a la misma familia genética, los catarrinos, unos primates simiinformes que hacia el final del Oligoceno (posterior al Paleoceno) sufrieron una evolución genética que les separó para siempre.
De esta división surgieron los “monos del Viejo Mundo” (babuinos y macacos) y los “monos del Nuevo Mundo” (simios), sin que se hayan encontrado restos que expliquen este proceso o que evidencien qué linajes perdidos de especies vivieron hasta dar lugar a la nueva clasificación.
La pieza dental encontrada se acerca por primera vez a las fechas del misterio: data de 25,2 millones de años aproximadamente, cuando los científicos estiman que dicha evolución se produjo hace entre 25 y 30 millones de años.
El descubrimiento ha emocionado a los paleontólogos, que destacan en el artículo lo extraordinario del hallazgo no solo por el tiempo transcurrido, sino por las características del relieve en esta zona de África, por naturaleza poco propicio para la conservación de fósiles.
Además de la muela los investigadores encontraron restos de la mandíbula de un simio en la excavación al suroeste de Tanzania que les permitirá estudiar la hipótesis de que en ese entorno se produjera lo que los científicos llaman “un Paleoceno tardío”.
Esta teoría indica que a final del Oligoceno puedo producirse un cambio climático similar al del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno -ocurrido más de 25 millones de años antes- que explicaría cómo se formó el ecosistema terrestre en la zona de África que se sitúa justo debajo del ecuador. EFE