Los aires de comunidad en construcción se perciben en Villa Polígono. Las calles arrastran la tierra y los residuos de los materiales, mientras que bases de futuras viviendas edificadas con bloques contrastan con las casas uruguayas, modelo de moradas prefabricadas, que fueron entregadas a mediados de 2012 por la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) y que sirvieron de acopio a 60 familias reubicadas de zonas en riesgo.
Entre los beneficiados estuvo Ángel Rangel. Se mudó hace un año de la cárcava del barrio José Tadeo Monagas, se amplió a tal punto que quedó a solo 6 metros de su casa.
Escuchó del plan de asignación de viviendas a los afectados y, junto a otras 31 familias, recibió una nueva morada en un acto formal transmitido en cadena nacional en los antiguos Jueves de Viviendas decretados por el presidente Hugo Chávez.
Junto con las llaves, lo único que le dijeron fue que era una obra de la revolución. Más nada. No hubo una advertencia de que debía pagarla. “A nosotros nos dijeron que seríamos reasignados aquí. Yo tenía mi casa y bueno, me la quitó la naturaleza”, comenta el ciudadano a quien el exhorto del presidente Nicolás Maduro lo deja anonadado.
Nada regalado
Este jueves, el primer mandatario expuso la propuesta de establecer precio y formas de pago a los beneficiarios del programa social, con el fin de “ir teniendo recursos, músculo financiero, para construir el resto de cosas que hay construir”.
Instó al ministro Ricardo Molina a la realización de un registro para que las personas que cuenten con recursos, cancelen. Y explicó que los que no pudieran realizar pagos monetarios se les asignará una tarea “para que no sientan que se les está regalando, sino que se está ganando con sudor su vivienda”.
Sin embargo, a nivel regional la noticia ha sorprendido a los beneficiarios. “La verdad es que no sé nada. No sabía que se tenían que pagar, nadie nos dijo nada”, resalta Rangel mientras explica algunas de las desventajas del modelo uruguayo de vivienda. “Estas casas son muy inseguras, en el sentido que cualquiera puede abrirlas fácilmente. Yo estoy cercando el área poco a poco, porque todo está caro. Solo el cemento me sale en 100 bolívares, si se consigue”, afirmó.
Aclara que se siente contento con la vivienda, solo que para la zona y la situación de inseguridad del país, resultan inseguras. “Pero no nos han dicho nada. Yo creo que estas no se cobrarán. No deberían porque fueron asignaciones (…) aunque bueno, si hay que pagarlas, no sé cómo haré. Estoy desempleado y tengo dos hijos en la escuela. Solo espero que pongan cuotas solidarias y un tiempo largo”, pide.
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