El ritmo de construcción de viviendas del sector público va a un paso más lento que el de los constructores de casas y ranchos en ocupaciones irregulares.
Hasta 2010, los asentamientos irregulares estaban compuestos por 22 mil 237 unidades, de las cuales 60 por ciento son casas y 40 por ciento ranchos. Hasta ese mismo período, la Gobernación del estado Bolívar había construido 4 mil 200 viviendas.
A dos años del lanzamiento de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV), el gobierno regional casi triplicó el ritmo de los cuatro años precedentes, culminando 11 mil 587 unidades de 2011 a 2012. En ese monto se suman las del programa Sustitución de Ranchos por Vivienda, e incluye a viviendas construidas en todo el estado Bolívar. Aún así la suma de las casas construidas antes y después de la GMVV, es 40 por ciento menos que las construcciones irregulares edificadas por familias sin techo.
Las cifras se recogen de un censo de las ocupaciones irregulares en 7 parroquias del municipio Caroní. La investigación fue desarrollada a mediados de 2010 con el propósito de diagnosticar este fenómeno y crear un plan de acción conjunto entre el gobierno local y el extinto Ministerio de Obras Públicas.
A la vuelta de tres años se ha avanzado muy poco en mejorar la calidad de vida de los ocupantes, reconoció la concejala Erika Vilera, presidenta de la Comisión de Urbanismo, Infraestructura y Vivienda del Concejo Municipal de Ciudad Guayana.
Dentro de las 175 ocupaciones irregulares identificadas en 2010, Vilera estimó que sólo 30 han podido solucionar la carencia de servicios públicos y sobre todo porque los propios habitantes han aportado para construir infraestructura pública, una responsabilidad del Estado.
“Son muy pocas las urbanizaciones, cuando se crea Ciudad Guayana era pequeña, crece a tan gran magnitud por las invasiones no por adjudicaciones directas de alguna institución”, dijo Vilera. De esta forma se fundaron populosos sectores en zonas destinadas a usos públicos, tales como el barrio Primero de Mayo, las comunidades alrededor del Cerro El Gallo, ambos en la parroquia Chirica o grandes asentamientos irregulares que en pocos años han surgido en el eje suroeste de la avenida Atlántico.
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