El concepto fue introducido por los psicólogos Sheree Conrad y Michael Milburn. Gran cantidad de personas se sienten insatisfechas con su vida sexual, no lo admiten y, al no reconocer el problema, no consiguen resolverlo. Hay que adquirir los conocimientos precisos, descubrir nuestro propio sexo y finalmente saber comunicárselo a nuestra pareja.
Acababa el siglo XX cuando supimos que existía la inteligencia emocional. Ahora, cuando aún estamos en el primer cuarto del siglo XXI descubrimos que también existe la inteligencia sexual. En realidad, como en la primera, también se trata de conocerse y conocer a nuestra pareja para no caer en la insatisfacción sexual.
Seguimos sin hablar lo suficiente con nuestra pareja sobre nuestro deseo sexual
El concepto de la inteligencia sexual (IS) fue introducido por los psicólogos estadounidenses Sheree Conrad y Michael Milburn, profesores e investigadores de la Universidad de Massachusetts (EE UU). En su libro Inteligencia Sexual mostraron que una gran cantidad de personas siente algún grado de insatisfacción con su vida sexual pero no lo admiten y, al no reconocer el problema, no consiguen resolverlo.
Incluso en una sociedad libre de tabúes seguimos sin hablar lo suficiente con nuestra pareja acerca de nuestros deseos y necesidades sexuales. Conrad y Milburn estudiaron las apetencias sexuales de más de quinientos individuos, desde adolescentes hasta jubilados, a través de un test que permite comprobar el nivel de IS de quien lo contesta y establecer hasta qué punto está satisfecho sexualmente.
Volcaron sus conclusiones en su libro, destacando que las tres claves más importantes para desarrollar la inteligencia sexual:
Identificar aquellos ámbitos en los que les conviene centrarse para obtener una mayor satisfacción sexual
Hablar de sexo con la pareja
Superar las inhibiciones que desmejoran la vida erótica
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