Los investigadores del Hospital de Niños, de Filadelfia (Pensilvania) y de la Universidad de Michigan, observaron los casos de 464 niños y niñas, con edades de 5 y 9 años, afectados por la apnea obstructiva en el sueño, y a quienes al azar se les practicó la cirugía o se les dio el tratamiento de “espera vigilante”.
Sorprendentemente, no hubo diferencia entre ambos grupos en el resultado del estudio primario, la atención y el funcionamiento ejecutivo, medidos por las pruebas neuropsicológicas formales.
Muchos estudios han brindado pruebas prometedoras de asociaciones, pero no necesariamente de causa efecto, entre la apnea infantil del sueño y supuestos efectos en el cerebro.
Este estudio era importante para evaluar los efectos específicos de la cirugía, si es que los había, sobre el comportamiento y funcionamiento de los niños.
“Numerosos investigadores han demostrado que en los niños el comportamiento disruptivo durante el día aparece vinculado a la respiración anormal mientras duermen, o la calidad y cantidad general de sueño”, anotó el artículo.
“El papel de las amígdalas faríngeas y adenoides en la respiración mientras el niño duerme, y el impacto de su extirpación, se tornan mucho más claros con estos resultados”.
La apnea obstructiva en el sueño causa la interrupción del sueño y la respiración debido a un estrechamiento en la garganta o las vías respiratorias superiores que empeora cuando la persona duerme.
El estrechamiento puede ser resultado de un agrandamiento de las amígdalas y adenoides, la obesidad u otros problemas médicos. Esta condición ocurre entre adultos y niños y tiene una prevalencia mayor entre los negros y los pacientes obesos.
La extirpación de las amígdalas y adenoides es el tratamiento principal para esta condición en los niños. Cada año en Estados Unidos más de medio millón de niños tienen esa intervención quirúrgica.
Casi la mitad de los 464 niños observados entre 2001 y 2007 tenían exceso de peso o eran obesos.
El resultado primario de la prueba fue el puntaje de Área de Atención y Función Ejecutiva (Attention/Executive Function Domain) en una prueba formal, de la Evaluación Neuropsicológica de Desarrollo, administrada por personal de psicometría licenciado. El estudio no encontró diferencias significativas entre los grupos de tratamiento en estos resultados de prueba.
Los resultados secundarios incluyeron calificaciones de padres y maestros que completaron los cuestionarios que asignaron puntajes al comportamiento, somnolencia, calidad de vida y funcionamiento ejecutivo de los niños, incluidos los detalles acerca de la vida cotidiana.
Por ejemplo, los adultos calificaron el grado en que un niño se mantenía al ritmo de las tareas, parecía tener conducta hiperactiva, tenía estallidos de ira o cambios en los estados de ánimo, se llevaba bien con otros niños, planificaba con antelación, se preocupaba a menudo o tenía problemas para dormir.
Los niños que tuvieron cirugía mostraron mejorías significativamente mayores comparados con los niños en el grupo de espera vigilante en los resultados secundarios indicados anteriormente, según el artículo.
Según la interpretación de los investigadores acerca de estos resultados la espera vigilante es una opción razonable para las familias de algunos niños con la condición menos grave que optan por que no se haga la cirugía. Sin embargo, los médicos deberían observar cuidadosamente a estos niños para asegurar que su condición no empeore. EFE