Las implicaciones políticas de la reunión Santos Capriles son tan poderosas que el gobiernito de Maduro, por intermedio de sus anclas comunicacionales, manifestó que debían revaluarse las relaciones con Colombia, incluyendo el tema del apoyo de Venezuela al proceso de pacificación que adelanta el vecino país con Cuba como facilitador, y amenazando con sanciones económicas. La furia de los enchufados por la cumbre fue de tal desproporción que @TelesurTV coloca la etiqueta #SantosDescarrilaRelaciones. Es impresionante como la élite decadente del PSUV es capaz de romper relaciones con Colombia porque su presidente recibe al legítimo líder de la oposición, quien para la inmensa mayoría del país resultó vencedor el 14 de abril.
Ahora bien, debemos preguntarnos el por qué de la desproporcionada reacción de los enchufados ante la cumbre Capriles Santos. En primer lugar, porque como decía mi abuelita, el que la debe la teme. Ellos saben realmente lo que ocurrió el 14 de abril, saben también que están en mora con el compromiso suscrito en la UNASUR de permitir una auditoría real de los resultados de las elecciones y tienen muy claro que el apoyo de los presidentes aliados es cada vez más débil, debido a que la opinión pública de sus países tiene serias dudas sobre la legitimidad de origen y de desempaño de Nicolás.
El PSUV intentará intimidar al resto de la comunidad internacional con medidas irracionales que al final se devolverán cual boomerang contra el gobierno. Por ejemplo, en este escenario de escasez debido a la destrucción del aparato productivo, dejar de recibir alimentos y productos de cualquier tipo de la economía productiva y en constante crecimiento del vecino país es no sólo una estupidez sino casi un acto criminal porque dejaría sin alimento a muchos venezolanos. Además Maduro no es Chávez ni tiene la bonanza económica de años anteriores. El país está atravesando una crisis económica sin precedentes como para que irresponsables como Jaua actúen cual encapuchados quema cauchos amenazando gobiernos y presidentes en lugar de abocarse a resolver los graves problemas que nos tienen sin papel sanitario, salud, divisas, seguridad personal, entre otros productos elementales.
Santos recibe a Capriles primero porque tiene claro que sus relaciones con Venezuela no se pueden limitar al gobierno sino que debe mantenerlas con todo el pueblo y Henrique es el líder de más de la mitad del país. En segundo lugar, porque la opinión pública de su país le reclama equilibrio y no le perdonaría que se volviera un rehén de Cabello y Nicolás aplaudiendo los permanentes ataques de esos personajes a los valores democráticos y a la convivencia cívica. En la memoria del pueblo colombiano está fresca la imagen de la emboscada realizada en la Asamblea Nacional y de la forma autoritaria y primitiva como Cabello violaba flagrantemente la Constitución Nacional impidiendo el derecho de palabra en el parlamento. En tercer lugar, el presidente Santos es el presidente de un país soberano, que no milita en el PSUV y que puede recibir a quien considere pertinente. Finalmente, Santos recibe a Capriles para ir afianzando las relaciones personales con quien más temprano que tarde será el próximo presidente de Venezuela. Estas son las razones que encolerizan a los enchufados llevándolos al extremo de ofrecer cometer locuras que ojalá no ejecuten por la salud física y mental de nuestro pueblo, que es en definitiva quien termina siempre pagando los platos rotos de la improvisación e ineficacia de estos lamentables personajes.
El mundo perfecto para el gobierno sería que Capriles y la oposición se quedaran callados ante sus desmanes y conductas totalitarias. Ellos serían felices confinando a Capriles al Estado Miranda sin televisión, radio, prensa ni redes sociales, pero se quedarán con las ganas. La oposición seguirá desmontando y denunciando las mentiras de los enchufados desde la zona rural más remota de nuestra patria hasta los foros internacionales. No podrán callar la voz de millones por más que compren medios y obliguen a otros a auto censurarse. Como decía Jesús de Nazareth, la verdad nos hará libres.
Carlos Valero
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