Esta vez vamos a ver un capítulo de “El hombre y la Tierra” porque me siento como una observadora de los comportamientos de ciertas especies endémicas, no en vías de extinción, sino todo lo contrario.
Constato la superpoblación en las grandes ciudades de un subgénero de la especie humana que cree que lo que pasa en internet no afecta a su vida analógica. Es decir, que si estás en una página de contactos con una foto fantástica y eres el usuario ManHelicopter que se dedica a ligar con unas y otras, eso no afectará a tu santo matrimonio. Sí, porque ManHelicopter está casado y cree firmemente que es fiel a su mujer, que seguramente ignora todo sobre los andares cibernéticos de su marido.
Lo peor de cruzarte con un ManHelicopter de la vida es su tranquilidad de conciencia. Su paz. Duerme tan tranquilo que podría ganar un casting para anunciar un somnífero. Ni siquiera esconde mucho tiempo que está casado. No encuentra contradicción alguna entre la operación de acoso y derribo que ha llevado a cabo en la Red –y que te ha puesto en sus redes– y las obligaciones inherentes a su estado civil.
ManHelicopter no cree que esté engañando a su mujer, al menos, hasta que no consume el acto en la cama de una habitación de hotel. Hasta entonces, todas las escaramuzas del cortejo, las manos cogidas, los besos y otras manifestaciones físicas se quedan en el limbo de las cosas que pasan en internet (o casi en internet).
En algún momento pronunciará las palabras mágicas: “No quiero hacerte daño, estoy casado. Y a ella tampoco quiero hacerle daño”. Porque estamos ante una especie lánguida, de buenos sentimientos. ManHelicopter confía en que el hechizo se rompa, olvides todo lo que una vez te dijo y vuelvas a la casilla de salida; o lo que le parecería aún mejor, que, abducida por sus encantos, digas: “No pasa nada, llevemos lo nuestro con discreción, somos adultos y solo hemos estado chateando unos tres meses”.
La perfecta candidata es una mujer casada. Así nada ni nadie interferirá en la vida real del otro y el romance quedará en la nebulosa de internet con algún que otro encontronazo “off line” que no traerá consecuencias, porque se supone que ambos están en perfecto control de sus vidas. En inglés se diría que estamos ante una “win-win situation” (todos ganan).
Pero una mujer soltera les infunde verdadero terror. Ante la amenaza, este ejemplar se pone en alerta, saca las garras, afila los colmillos y arquea el espinazo: su hogar está siendo amenazado y tiene que cuidar de su prole.
Porque ni siquiera ante una situación de peligro ManHelicopter asume que él tenga alguna responsabilidad en la situación.¿Responsable por qué? Si él solo merodeaba inocentemente por internet, quería conocer gente (y lo que surja). Ver cómo está el mercado, pero todo por pura curiosidad antropológica. Un acercamiento intelectual a las relaciones personales.
Todo el mundo sabe que los cuernos virtuales no existen, ni siquiera duelen, y como los vampiros, no se reflejan en los espejos. Chatear tres meses, coquetear, poner la cámara y todo lo demás es una ilusión compuesta de unos pocos bits, que no tienen entidad para ser considerada un engaño en una relación convencional de pareja.
Fuente: Mujereshoy.com