La orden era clara al principio de la Misión Barrio Adentro en Venezuela: los profesionales cubanos que llegaron al país debían evitar intimar con los nacionales. Con eso en mente, llegó proveniente de Cuba Jorge Sánchez, en noviembre de 2007. Pasó una noche en La Guaira y de ahí se mudó a Barquisimeto, donde vive desde entonces.
En la ciudad larense se desempeñaba como instructor deportivo. Daba bailoterapia, gimnasia y ajedrez.
Cuando Sánchez tenía cinco meses en la misión conoció a Criselda Linares. A los dos meses Linares quedó embarazada y la pareja decidió casarse. “Yo traía mi carta de soltería porque era uno de los requisitos para venir, fuimos a la jefatura y nos casamos con el permiso de la misión. El embarazo era de alto riesgo y al mismo tiempo en la misión me estaban pidiendo volver a Cuba; por eso decidí abandonar. Debía hacerme cargo de mi familia”, cuenta.
Han pasado seis años y aunque Sánchez está en el país casado y con una hija venezolana, no ha logrado que el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería le otorgue el visado que le permita estar legalmente en Venezuela.
Sánchez asegura que son cientos los cubanos en una situación similar. De 2007 en adelante ha acudido al Consulado de su país, al Saime en Barquisimeto y en Caracas, a la Asamblea Nacional y al Ministerio de Relaciones Exteriores. “Tenemos hasta los recibos de los depósitos que hemos hecho para solicitar la visa. Hemos llevado todos los documentos y al final no pasa nada. La respuesta que nos dan es que por un acuerdo entre ambos países a nosotros no nos pueden dar la cédula de transeúnte”, agrega.
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