Después de terminar la charla en Managua, llegué a la habitación del hotel y antes de dormir consulté mi twitter para ver la reacción del programa del viernes con dos invitados que de manera distinta pero con puntos de convergencia hablaban de profecías y del futuro. El primero, el llamado profeta de América, el brasilero Reinaldo Dos Santos con casi un millón de seguidores en twitter, y la segunda la astróloga y escritora argentina Ludovica Squirru, experta en el horóscopo chino y el I Ching. El propósito de tenerlos, después de largos debates con mi equipo de producción de CALA en CNN, fue hablar de sus vidas como personajes y encontrar en ellos la explicación de por qué los seres humanos, muchos de ellos, aún necesitan anticipar el futuro. Algo que es tan antiguo como la historia misma de la humanidad.
Comencé a leer los trinos y veo que a mucha gente le gustó el programa, mientras a otros, esperanzados en escuchar profecías que había prometido en su twitter el profeta, la entrevista con Reinaldo les resultó irrespetuosa y defraudante. Con una intención clara y explícita desde la presentación y reflexión inicial del show expuse nuestros propósitos, sin embargo… algo olía mal en mi timeline que destilaba resentimiento, y hasta rabia por parte de algunos venezolanos. La razón, falsas expectativas por parte de muchos de los seguidores de Reinaldo Dos Santos que habían leido ese tweet del profeta que prometía dar en nuestro programa una profecía que haría temblar las bases del gobierno y la oposición. La invitación a Reinaldo y a Ludovica fue como siempre con el foco central en sus vidas y sus historias tan particulares en el mundo de la adivinación y la astrología. Si invito a un cirujano plástico no le pido que me haga una cirugia en el estudio, pero sí le preguntamos de su vida con el bisturí. Esta vez no era la excepción.
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