Corrupción llevó al borde del abismo a Ferrominera Orinoco

Corrupción llevó al borde del abismo a Ferrominera Orinoco

Foto Correo del Caroní

Ferrominera Orinoco (FMO) inició 2013 con serios problemas de caja. Pese al celebrado incremento de la producción, entre los trabajadores era un secreto a voces que -cada vez más- la nómina de la empresa dependía de préstamos bancarios y triangulaciones.

Faltaban los recursos, pero el entonces presidente de la estatal, Radwan Sabbagh, resolvía. No se sabe cuánto le costó a Ferrominera las maniobras financieras del gerente que, en ruedas de prensa, dejaba entrever que la factoría era la única que, pese a todo, no era subsidiada por el Gobierno.

Con su habilidad logró salir este año de tres protestas, la última de ellas alcanzó ocho días y terminó con la firma de un acta en la que se comprometía a cancelar, en dos partes, dos grandes conceptos: un anticipo por el retraso en la discusión del contrato y el pago de los domingos (2006-2012), una vieja deuda reconocida por la compañía.





Durante el conflicto, acompañado de los gerentes y presidentes de las briqueteras, entre ellos el nuevo titular de FMO Iván Hernández, Sabbagh había dicho que no podía cancelar lo que se pedía porque el presidente Hugo Chávez sólo había autorizado recursos para Sidor y las empresas del aluminio.

“Lo que quiero decir que este paro ha quebrado a la empresa, lo digo muy responsablemente; éste, junto con otros paros más”, dijo en esa rueda de prensa el 1 de marzo.

Su aseveración generó que trabajadores y sindicato respondieran. “Si la empresa está quebrada es por la corrupción”, afirmó el secretario general de Sintraferrominera, Rubén González, en un pronunciamiento al que llevó un informe de auditoría de 2011 en el que la estatal constaba sobrefacturas por 263 mil dólares durante la gestión de Pedro Escobar en el Departamento de Aduana y Tráfico. Aquel documento fue sólo un ejemplo.

A esa respuesta se unió el exsecretario de Organización de Sintraferrominera, Alfredo Spooner, quien hasta entonces no había hecho públicas sus desavenencias con quien fuera su aliado hasta 2012, luego de perder las elecciones sindicales y haber sido “traicionado”, según dijo, por su propio equipo.

“No me van a decir que en tres días se quiebra una empresa ¿tú crees eso? ¿Quién está administrando la empresa? ¿Los trabajadores?”, comentó.

Fractura roja
El pronunciamiento de Spooner hizo claro que había un cisma en las relaciones que, en al menos cuatro años, le habían beneficiado políticamente. Muchos trabajadores decían que quien realmente mandaba en la industria era el dirigente sindical y no Sabbagh.

El incondicional respaldo del Movimiento 21 -brazo sindical del gobernador Francisco Rangel Gómez- ante las posiciones de la factoría, lo hicieron ganarse el rechazo de la mayoría de los empleados en las elecciones de julio del año pasado.

Más información en el Correo del Caroní.