La lactancia materna es uno de los temas que aborda la educación prenatal, con el fin de proveer información clara y útil para incentivar esta práctica. Vale enfatizar lo siguiente: la embarazada no precisa prepararse en términos físicos para amamantar, ya que el cuerpo, de forma natural, se adapta paulatinamente para este proceso: las glándulas mamarias crecen, los canales por donde circulará la leche se desarrollan, y a nivel bioquímico empieza la producción de prolactina, hormona que estimula la producción de leche. El cuerpo femenino se convierte de esta manera en una maravillosa “fábrica de leche” (valga el término industrial) para su hijo.
Indica Beatriz López, coordinadora de Embarazarte, que actualmente no se recomiendan masajes en las mamas, ni en los pezones, previos al nacimiento. “En primer lugar, los pezones están recubiertos por una mucosa, no por piel, por lo tanto, con toques o masajes, más bien podemos maltratarlos. Por otro lado, se suelen indicar cremas para hidratar esta zona, pero lo cierto es que la mayoría de los productos en el mercado están formulados para piel, no para mucosas”.
En general, la información precisa para amamantar se resume en los siguientes puntos:
Procurar el apego precoz, durante la primera hora después del nacimiento del bebé.
Alojamiento conjunto mamá-bebé en la habitación de la maternidad, para evitar el tetero con fórmula o la solución glucosada, que puede incentivar la confusión de pezón en bebé.
Durante la etapa inicial, entre 48 a 72 horas después del nacimiento baja calostro, no leche. El calostro es una sustancia rica en proteínas e inmunoglobulinas que constituye el primer alimento que surte mamá al recién nacido. Es como una primera dosis de “vacuna” para bebé, además de tener la propiedad de preparar su estómago para recibir otros alimentos más adelante.
Algunas mujeres producen calostro durante los últimos días de su embarazo, otras no. En ambos casos, es perfectamente normal.
Es importante saber que los pechos no necesariamente deben ponerse grandes después del parto, por lo tanto, se recomienda, tener paciencia.
Mientras más tiempo esté bebé pegado al pecho, más rápido va a bajar la leche. Incluso se debe aclarar que es totalmente natural que un recién nacido desee estar succionando, para estar cerca del seno materno que le “recuerda” la interioridad uterina, el lugar donde estaba y que mejor conocía.
Saber identificar los problemas y resolverlos a tiempo, no dejarlos pasar. Una de las dificultades más frecuente es el dolor. En este caso se puede buscar el apoyo de una Consejera de Lactancia, es decir, una profesional, igual que un pediatra para atender la salud del bebé.
Libre demanda. “Bebé debe tomar pecho cuando quiera, cuanto quiera y las veces que quiera”, esas fórmulas que indicaban un tiempo de 5, 10 ó 15 minutos por pecho están desfasadas, porque los más recientes estudios indican que lo idóneo es que el pequeño tome leche hasta que vacíe completamente el seno, porque de esta manera aprovechará al máximo los nutrientes y la grasa necesarios para su alimentación inicial.
Prensa Embarazarte