La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se reúne el jueves con líderes políticos para negociar un plebiscito para una reforma política, mientras el Congreso aprueba vertiginosamente proyectos bloqueados hace años, en medio de históricas protestas.
Las mayores protestas en dos décadas, que han sacudido el país en plena Copa Confederaciones, van perdiendo intensidad aunque continúan en varias ciudades, incluida Fortaleza (noreste), donde se enfrentan en semifinal España e Italia a las 16h00 (19h00 GMT) para definir quién disputirá el domingo la final contra Brasil en el mítico estadio Maracaná de Rio de Janeiro.
Varios miles de manifestantes, en su mayoría jóvenes, se concentran este mediodía pacíficamente ante la Universidad estatal de Ceará, para marchar hasta el estadio Castelao, constataron periodistas de la AFP. “Sin reforma agraria no hay democracia”, leía una pancarta.
Los accesos al estadio fueron bloqueados por integrantes del batallón de choque de la policía y la policía montada, y se instalaron barreras metálicas para impedir el paso a los manifestantes.
Aunque su número ha disminuido desde hace una semana, cuando más de un millón de personas salieron a las calles, unos 40.000 marcharon el miércoles en Belo Horizonte (sureste), durante la semifinal entre Brasil y Uruguay (2-1), cuando un joven murió al caer de un viaducto y un grupo terminó la protesta con saqueos y enfrentamientos.
Otros cinco mil protestaron en Brasilia ante el Congreso, entre estos muchas familias, constató la AFP.
Las manifestaciones se iniciaron hace más de dos semanas contra el aumento del precio del transporte, en un contexto de inflación elevada y bajo crecimiento económico. Pero rápidamente sumaron otras reivindicaciones, como penas más duras contra políticos corruptos y denuncias contra el millonario gasto público para el Mundial 2014, en vez de salud, educación y transporte.
Congreso presionado
El Congreso, se precipitó a aprobar a ritmo frenético una serie de proyectos de ley reclamados por los manifestantes, que estaban en el limbo desde hacía años.
Se aprobó la clasificación de la corrupción como “crimen atroz” en el Código Penal, que agravará las penas, y fue rechazada una propuesta de enmienda constitucional (PEC37) que pretendía limitar el poder de investigación de la fiscalía, que según los manifestantes aumentaba la impunidad.
Asimismo, la Cámara de Diputados aprobó destinar 75% de las regalías del petróleo a la educación y 25% a la salud, y avanzó para acabar con el voto secreto en casos de pérdida de mandato de parlamentarios por falta ética o condenas judiciales.
La Corte Suprema dictó prisión para un legislador en funciones condenado hace tres años por corrupción, en la primera decisión de este tipo desde la aprobación de la Constitución de 1988.
La voz del pueblo
“La línea del gobierno es que el pueblo tiene que ser escuchado”, dijo el ministro de Educación Aloizio Mercadante, al defender el plebiscito para reformar el sistema político impulsado por Rousseff.
El gobierno descartó una Asamblea Constituyente para la reforma política, que había causado polémica, argumentando falta de tiempo, porque debería ser aprobada un año antes de la elección presidencial de octubre de 2014.
Líderes de los partidos de oposición DEM (conservador) y del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) han señalado que la reforma política debe ser realizada por el Congreso y luego la ciudadanía debe limitarse a aprobarla o rechazarla en referendo.
“Primero, la presidenta debe enviar al Congreso lo que cree que es una buena reforma política. El Congreso debatirá esa propuesta y de ahí pensamos en un referendo (limitado a un “sí” o “no”, ndlr) para lo que fuera aprobado. El plebiscito es una respuesta improvisada de la presidenta para tratar temas tan complejos, de responsabilidad del Congreso”, dijo el presidente del PSDB y senador Aecio Neves, citado por el diario O Globo.
Los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, ambos del PMDB, que integra la coalición de gobierno, han dado públicamente su aval a un plebiscito, y el gobierno espera presentar una propuesta concreta al Congreso el próximo martes.
Las protestas se desataron tras dos años de bajo crecimiento y elevada inflación en Brasil. Este jueves el Banco Central volvió a reducir la previsión de crecimiento del país a 2,7% para este año (contra 3,1% previsto en marzo) y elevó la de inflación a 6% (ante 5,7% anterior). AFP