Alrededor de la fuente de Plaza Venezuela ondeaba una bandera de Acción Democrática. Franelas y gorras naranja destacaban en el panorama casi completamente azul cielo: era el color del atuendo utilizado por el grupo de manifestantes adscritos al partido Voluntad Popular. De resto, gran parte de los participantes de la marcha convocada por la Mesa de la Unidad (MUD) para este 29 de junio optó por la gorra tricolor de Titina para protegerse del sol más bien benevolente de las 11 de la mañana.
AVN/ Marianny Sánchez.-
La juventud no fue moneda corriente desde el punto de concentración hasta la avenida Victoria, sitio donde culminó. Probablemente la mitad de los marchantes estaban más cercanos a la tercera edad que a los tempranos veinte. Como en el caso de Beatriz Parra, manifestante de 63 años, que llegó temprano desde la urbanización Los Naranjos, al sureste de la ciudad.
Ni profesora, ni empleada, ni obrera; tampoco madre de un universitario, su participación en la movilización de hoy ya era cuestión de hábito. “Bien sea una marcha universitaria o de lo que sea contra Chávez, la he apoyado toda la vida, porque tengo 14 años luchando contra el chavismo, que es un pensamiento denigrante, que ha arruinado al país, ha deteriorado la vida del venezolano, nosotros no teníamos este tipo de vida, ahora tenemos un régimen totalitario que no se ve como dictadura pero lo es”, manifestó ante la grabadora.
Pero Beatriz Parra desconoce ciertas cifras ante las que permaneció muda. Ese mismo gobierno al que endilga la ruina que moviliza su ánimo de marchar ha sido el artífice de que Venezuela sea el quinto país del mundo y el segundo de América Latina con mayor matrícula en Educación Universitaria (2.5 millones de estudiantes aproximadamente). La cifra no ha costado poco, exactamente 7% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional se invierte en Educación, tanto Universitaria como Básica y Media.
Además de eso, se han creado 30 nuevas universidades, 44 programas nacionales de formación, se ha becado a 200.000 estudiantes y han egresado 14 mil médicos integrales comunitarios. Algunos de los logros por los que un grupo de universitarios celebra en el oeste de Caracas, este mismo sábado, en la plaza Diego Ibarra.
La enumeración de los datos bien podría haberse ahorrado, porque son tomadas – si acaso vale el verbo – como palabras mudas, pantomimas. Y Parra solapa su testimonio a la pregunta para dejar en claro que la lucha, la lucha aún con motivación difusa, es “de muchas maneras, porque así como puede empezar muy bien, puede empezar siendo pacífica, no sabes cómo termina y tiene que ser hasta el final, sea como sea, porque lo importante es no permitir la imposición del gobierno en la universidad”.
Digamos que la causa del conflicto es la autonomía. La misma que ha salido a flote en la vocería de la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (Fapuv), luego de que el 14 de junio el Gobierno Nacional hiciera público el monto del aumento salarial para los docentes universitarios (entre 112% y 135%), justamente la reivindicación que había generado el llamado “conflicto activo” en un principio.
La misma autonomía a la que, supuestamente, acudió a respaldar la diputada de la bancada derechista de la Asamblea Nacional, María Corina Machado, quien a la altura de Zona Rental sentenció que “lo que tiene dentro el veneno de la convención colectiva única es la destrucción de la autonomía, la violación de la Constitución, es lo que ellos han llamado la universidad socialista. Eso es algo inaceptable, la universidad es universal y por qué, porque así es como se han ido doblegando todos los sectores en Venezuela, haciéndolos dependientes del Estado”.
Pero una revisión a la versión final de las disposiciones generales de la Convención Colectiva Única 2013 – 2014 para el sector universitario desmonta tamaña preocupación. De acuerdo al acta de la Convención Colectiva Única para el sector universitario, de fecha 25 de junio, se mantienen como principios rectores de la universidad venezolana la “calidad e innovación, el ejercicio del pensamiento crítico y reflexivo, la inclusión y pertinencia (…) la autonomía, la libertad, la solidaridad y la universalidad”, valores que contradicen la pretendida instauración de un pensamiento único.
So pena de lo que evidencia lo formalizado en papel, los ciudadanos que marcharon este sábado quizá estaban más interesados en fotografiarse con la diputada que en conocer que no existen cláusulas en la convención colectiva que avalen someramente una supuesta violación a la autonomía. Da lo mismo, la marcha avanza entre lentes de sol de marca y consignas como “Y no/ y no/ y no me da la gana/ de una educación igualita a la cubana”.
Entre el recorrido y las consignas, cuatro camionetas blindadas a la altura de la estación del metro Ciudad Universitaria llaman la atención. Dos son negras, dos son blancas. Esperan aparcadas la manifestación. Cuando ya la carroza central se ve cerca, avanzan escoltadas por funcionarios de seguridad. Dos motos interceptan a la periodista con una pregunta tajante “¿tiene usted armas?”, y el carnet de prensa y la grabadora, sin más pertenencia en mano, hacen evidente que de armas nada.
Ya a la altura del paseo Los Ilustres se echa en falta la presencia de dos de los dirigentes opositores que habían expresado “no tener miedo” de tomar la calle el día de hoy: Leopoldo López y Henrique Capriles Radonski. En su lugar están el alcalde metropolitano, Antonio Ledezma, y el candidato de la MUD a la Alcaldía de Chacao, Ramón Muchacho, que reparte besos y abrazos a las abuelas que salieropn de las panaderías de la Avenida Victoria para corear “¡Qué vivan los estudiantes!”.
No se sabe si una voz le responde a una: “Lo vamos a tumbar, lo vamos a tumbar, tienen que seguir apoyándonos”. Y se pregunta una, “¿y el problema de la autonomía”.
Digamos entonces que el problema es el presupuesto. Presupuesto tanto para el funcionamiento de las universidades como para las providencias estudiantiles. Esa es al menos la razón por la que Jimmy Ayala, estudiante de Ciencias Políticas en la UCV, acudió a la marcha el día de hoy.
“Queremos una beca que sea igual a un sueldo mínimo (Bs. 2.457,02), no de 600 bolívares. Y respaldamos la lucha de los profesores, por el aumento de sueldo, porque ganan una miseria”. El estudiante Ayala no sabía que para el 15 de julio el Ejecutivo Nacional pagará la primera tanda del aumento neto sobre sueldo que, en total, suma 75%.
So pena de estas exigencias, el Ejecutivo Nacional aprobó en junio 321 millones de bolívares, destinados al aumento de las becas de los universitarios del siguiente modo: becarios simples (de 400 Bs. pasarán a devengar 600 Bs.), becarios en la modalidad beca trabajo (de 400 Bs. recibirán ahora 800 Bs.) y preparadores (cobrarán 1.000 Bs.).
En lo que se refiere a las providencias estudiantiles, en el último Consejo Nacional de Universidades (CNU), celebrado el pasado 28 de mayo, el ministro Calzadilla anunció la aprobación de 883 millones 28 mil 437 bolívares para fortalecer – vía créditos excepcionales – las providencias estudiantiles (comedor, servicio médico, rutas de transporte estudiantil, bibliotecas) en las universidades autónomas y nacionales que presentaron un saldo deficitario en su presupuesto ley.
En esa oportunidad, el titular del MEU destacó que la aprobación de estos recursos “constituyen un aporte fundamental para el funcionamiento de nuestras universidades, y para cubrir, por esta vía, parte de las insuficiencias presupuestarias de las principales casas de estudio”.
Asimismo, durante esa sesión ordinaria del CNU, Calzadilla adelantó que se solicitó un crédito adicional de 16 mil millones de bolívares, con el propósito de que sean distribuidos entre las universidades del país para cubrir las necesidades salariales, de mantenimiento de infraestructura, funcionamiento y providencias estudiantiles para lo que resta de año.
Sobre el aumento salarial para docentes, trabajadores administrativos y obreros universitarios ya el presidente de la República ha calculado que implica casi 14 mil millones de bolívares que el Estado está proporcionando para honrar el compromiso laboral para con los forjadores de los próximos profesionales del país.
Sin embargo, Ayala insiste: él quiere una beca igual a un sueldo mínimo. Insiste hasta que la multitud presente sufre un ataque de frenesí. Ha llegado a la marcha, cual mago escapista a la inversa, el representante de Voluntad Popular, Leopoldo López. Dos de las camionetas blindadas permanecen en una calle perpendicular de la avenida Victoria mientras López, más que sudado, empapado, asegura que “la convención colectiva no es ni siquiera una amenaza, sino un plan para eliminar por completo la autonomía universitaria (…) lo que pretende el gobierno es que en la universidad solo se imparta el pensamiento único, la doctrina socialista que todo esté alineado con el plan de este gobierno: que es liquidar el pensamiento crítico”.
Por eso, pero también por la “inflación, escasez” y otras razones que no enumera, el dirigente opositor exhortó a toda la sociedad venezolana para que tome la calle en pie de lucha. “Este es solo el comienzo de las acciones que tenemos y vamos a tomar”, advirtió como pudo entre los gritos de las mujeres que lo jaloneaban para que algún teléfono inteligente las retratara con él.
La excitación generada por López se queda corta cuando, ya dada por finalizada la marcha, aparece en escena la atracción final: el gobernador de Miranda y ex candidato presidencial Henrique Capriles Radonski. Lo de ex no aplica para los manifestantes, que se pelean entre sí para darle un abrazo y hacerle saber que él sí es su presidente, aunque los comicios electorales del 14 de abril hayan dicho lo contrario. El alboroto se extiende un poco más al oeste y un grupo de unos 20 estudiantes se sientan en en la calle, ante el cordón de seguridad de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y estrellan botellas contra el asfalto al tiempo que corean “¡Reclama tus derechos, reclama tus derechos!”.
De algunos balcones sobresalen cacerolas que rechistan. Una señora entrada en edad baja con una franela en la que se lee “hay un camino” y una cadena a modo de collar con el que posa de espalda a los funcionarios policiales. Las cámaras de los medios de comunicación corren a fotografiarla. La marcha se disipa y queda una sensación con forma de interrogante en el aire: ¿No era esta marcha universitaria? Mientras de fondo suena un tema que por la cercanía temporal reconoce el oído, “Mentira fresca”.