¿Dónde están los hombres? ¿Dónde están las mujeres?…
El Ku Klux Klan, un grupo de asesinos que promovieron la xenofobia y la supremacía de la raza blanca, vistieron capuchas y dejaron fluir los más bajos instintos que un ser humano es capaz de contener. Encapucharse tiene la connotación de lo sórdido, del atraco, del arrebato, de la liberación del lado ennegrecido de la luna que todos contenemos porque sublimamos. Altos personeros del actual gobierno, en su momento, mostraron sus talantes canallescos, agresivos y antidemocráticos, y con cobardía y escondidos tras una capucha negra, careciendo de un nombre, quemaron autobuses e irrumpieron contra la ley dejando sin trabajo a humildes trabajadores. Vean ahora a sus hijos ideológicos, cruelmente envenenados, transformando en vergüenza los sueños de tantos estudiantes, de tantos profesores que queremos una universidad libre, autónoma y pujante, esa que sus rectores han defendido con inusitada gallardía.
Su naturaleza es de hombres para poco, pusilánimes, de poco espíritu, de ninguna expedición, y exacerbada envidia, pozos de mentira que suelen ganar tiempo para arremeter con más virulencia. El rechazo de todos por la dictadura que sufrimos no da lugar a más espera. El sufrimiento deja de serlo en cuanto encuentra un sentido, tal ocurre con el sacrificio. La calle nos llama con suplicante dolor, o las llenamos o perdemos para siempre la patria de nuestros mayores, la patria de nuestros nietos. La oposición languidece, se marchita, se acostumbra; ¿Dónde están los hombres? ¿Dónde están las mujeres? ¿Dejaremos solos a los estudiantes…? Nunca una noche ha vencido a un amanecer…
Félix Lejars profesor de clínica quirúrgica parisiense escribió, ¨En todas las épocas los hombres de conciencia y energía han repudiado la teoría de dejar hacer y dejar morir¨.