Tu letra te retrata. De la mano de la grafóloga Begoña Slocker conocemos los rasgos o trazos comunes que permiten identificar, a través de la escritura, qué tipo de personalidad tiene su autor.
La grafología no es una ciencia joven, a pesar de que en los últimos años se haya puesto foco en ella porque así lo requería la actualidad. “Ya en 1622 Camilo de Baldo, profesor de Filosofía de la Universidad de Bolonia, editó ‘Tratado de cómo a través de una carta se conoce la naturaleza y cualidades del escritor’, la primera obra sobre esta materia”, explica la grafóloga Begoña Slocker.
Hoy en día las aplicaciones de la grafología son variopintas y complejas, pues abarcan desde el área empresarial, donde se utilizan como instrumento de apoyo en el caso de los profesionales de recursos humanos (selección de personal, evaluación de potencial humano, compatibilidad de caracteres o planificación de carreras) hasta el campo de la medicina.
En líneas generales, la grafología es una ciencia, tal como define Begoña Slocker, que descubre en las particularidades de la grafía personal las equivalencias mímicas y simbólicas que representan. La experta aclara, sin embargo, que la grafología muestra rasgos de la personalidad y situaciones anímicas que, al ser variables según las circunstancias, hacen que la propia escritura esté sujeta a importantes diferencias. Asimismo, destaca: “Jamás se debe juzgar o valorar a una persona por un solo rasgo. El estudio de la personalidad se hace a través del conjunto de la escritura”.
Haciendo esta salvedad, lo cierto es que existen ciertas características constantes e inmutables que son, precisamente, sobre las que trabaja la grafología. Así, Begoña Slocker revela los ocho aspectos que se valoran en el estudio de la escritura: tamaño (autoconcepto de sí mismo), orden de la página (estética, puntualidad, organización), velocidad (agilidad mental, cociente intelectual), presión (vitalidad y salud), cohesión (comunicación, afectividad, forma de relacionarse con los demás) y, por último, inclinación (termómetro de las emociones).
Con ejemplos concretos, que podrás seguir a través de nuestra GALERÍA DE ESCRITURAS, la grafóloga Begoña Slocker, define así los rasgos comunes que definen las siguientes cualidades.
– Carácter extrovertido. Con letra grande o normal, con óvalos abiertos, ligada, recta o inclinada a la derecha.
– Carácter introvertido. Con letra pequeña o normal, con óvalos cerrados.
– Carácter autoritario. Con letra sobrealzada, con fuerte presión, ligada angulosa o mixta.
– Carácter sumiso. Letra rebajada, con poca presión, redondeada.
– Carácter positivo. Con letra ascendente.
– Carácter negativo. Con letra descendente.
– Carácter abierto de mente. Con escritura ágil y suelta.
– Carácter conservador. Con escritura pequeña, apretada y cerrada.
– Carácter creativo. Con bucles y adornos, sobre todo en la letra ‘d’. Con letra curva.
– Carácter poco creativo. Con letra angulosa, con ausencia de bucles.
– Carácter egocéntrico. Con letra pequeña, apretada, estrecha y cerrada.
– Carácter generoso. Con letra grande, abierta, con rasgos limpios.