La vida como pareja no siempre es como retratan las películas. Hay etapas que significan unobstáculo a superar para la relación. Cuando os conocéis desde hace años, cuando os mudáis juntos, con el primer hijo… Aunque son momentos bonitos de la pareja, también entrañan peligros. La buena noticia es que, una vez vives estas etapas con tu pareja y superas las dificultades, la relación sale reforzada para seguir adelante.
Hemos hablado de las crisis y las fases de una relación con el psicoterapeuta Philippe Geffroy y nos ha dado las pautas para mantener vivo elamor durante muchos años.
La crisis de los 3 años
El problema:
El hecho es que después de tres años aproximadamente, se te quita la venda de los ojos. Empezamos a darnos cuenta de que hemos idealizado un poco al otro en la época de enamoramiento. Ahora ves todo con más claridad. También los fallos de tu pareja.
Llegados a este punto hay dos riesgos: o intentamos cambiar al otro según nuestras expectativas, una mala idea siempre; o tratamos de mantener la ilusión obviando todo lo que nos molesta de nuestra pareja y tratando de olvidar la frustración. Tampoco es una gran opción.
La crisis de los 7 años
El problema:
Esta etapa puede ser difícil. Sobre todo si no se ha superado realmente la crisis de los 3 años, es decir la transición del enamoramiento inicial a una visión clara. Si se han tenido los ojos cerrados durante años, de repente llega toda la verdad de golpe.
Ahora ha llegado el momento en el que no se pueden seguir edulcorando las cosas. Hay que aceptar que la pasión de los primeros años ha dado lugar a otra cosa. Ya no hay nervios y mariposas en el estómago. Uno se pregunta si el amor no se ha vuelto demasiado amistoso. ¿Se terminó la pasión para siempre? Esto puede ser muy preocupante para quienes pensaban que esos sentimientos tan especiales no se acabarían nunca.
El nacimiento del primer hijo
El problema:
Nueve meses de espera e ilusiones. Y por fin llega el bebé y pone patas arriba toda la estructura de la pareja, aunque la llegada del bebé signifique una indecible alegría. Las cosas no son más sencillas cuando se pasa a ser tres. El nuevo miembro de la familia atrae toda la atención y además la reclama a viva voz.
A partir de este momento el bebé va a exigir mucho de sus padres tanto física como emocionalmente. La pareja se debe convertir en una familia, el hombre y la mujer en un padre y una madre. Para la mujer es más sencillo porque, gracias a la hormona oxitocina, tiene desde el principio un fuerte sentimiento maternal.
Aunque los padres cada vez estén más implicados en el cuidado de los niños, sigue sin ser fácil para ellos encontrar su lugar en la estrecha relación entre la madre y el bebé.
Mudarse con el otro
El problema:
¿Sueñas con ver vuestros dos cepillos de dientes en el mismo vaso y vuestros nombres juntos en el buzón? Mudarse juntos es el primer síntoma de que una pareja quiere poner su relación bajo una base sólida. Tener una casa en común es una promesa de futuro. Una forma de mostrarse como una pareja, como una unidad.
Pero, mientras que antes os veíais en momentos especiales, te ponías guapa para las citas y en los días malos podías quedarte en la clandestinidad, ahora no puedes tener secretos. Además se revelan los distintos hábitos de vida.
Tiempos difíciles
El problema:
Enfermedad, dolor, decepciones… también hay fases difíciles en las que una relación se pone a prueba. “En lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad” no se dice porque sí. Una relación larga debe poder resistir auténticas crisis.
Aunque suene obvio, en estas épocas, hay que estar junto al otro: en la realidad son una prueba en la que muchos han fracasado. Pero la pareja también puede salir fortalecida de la crisis y alcanzar un nuevo nivel de unión.