El espionaje electrónico, en primera plana por las revelaciones del exanalista de la CIA Edward Snowden, ha resucitado la máquina de escribir y el bolígrafo para la redacción de documentos secretos en el día a día de los servicios de inteligencia rusos.
Las recientes filtraciones del informático estadounidense y también el escándalo de WikiLeaks, que difundió millones de cables diplomáticos de todo el mundo, han dejado patente que aunque la era de la información ha hecho más fácil el trabajo a los espías, sus secretos son paradójicamente más vulnerables y accesibles que nunca.
Un joven subcontratado por la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense que no había cumplido ni treinta años cuando se fugó a Hong Kong y un excéntrico periodista australiano pusieron de relieve la paradoja: los servicios de inteligencia están más informados que nunca, pero sus secretos ya no están a salvo.
“Desde el punto de vista de la seguridad cualquier medio de comunicación electrónico es vulnerable. Desde un ordenador se puede sacar cualquier información. Aunque existen medios de protección, no hay una garantía del cien por cien de que funcionen”, dijo al respecto el exdirector del Servicio Federal de Seguridad ruso (antigua KGB), Nikolái Kovaliov.
A la luz de las cada vez más frecuentes filtraciones, el Servicio Federal de Protección (SFO) ruso, responsable de la seguridad de los altos cargos del Estado, ha encargado veinte máquinas de escribir para redactar documentos secretos y evitar posibles filtraciones por el uso de medios electrónicos, según el diario ruso “Izvestia”.
“Tras los escándalos con la difusión de documentos secretos por WikiLeaks, las revelaciones de Edward Snowden y las informaciones sobre las escuchas al (expresidente ruso) Dmitri Medvédev durante la cumbre del G20 en Londres, se ha decidido ampliar la práctica de crear documentos en papel”, precisó al diario una fuente del SFO.
Los servicios secretos y otras administraciones públicas rusas, como los ministerios de Defensa y Situaciones de Emergencia, nunca han renunciado a los medios de escritura tradicionales, incluido el bolígrafo, ante los numerosos riesgos de trabajar con soportes y medios electrónicos.
Los expertos apuntan que, aunque el factor humano es la principal causa de las filtraciones, los soportes electrónicos como discos duros o dispositivos de memoria USB permiten que ingentes cantidades de información puedan ocultarse en el bolsillo de una chaqueta o pantalón.
“A menudo, un funcionario que tiene acceso legitimado a datos se lleva consigo algunos documentos que cree que le pueden servir en el futuro cuando deja su trabajo. Después puede ‘perder’ el soporte o entregarlo a otras personas interesadas en esos documentos”, recalcó Oleg Glébov, experto en seguridad informática.
Las máquinas de escribir que compra el SFO están especialmente diseñadas para la redacción de documentos secretos, entre ellas la Triumph Adler Twen 180, según se desprende del portal web del Estado en el que figuran las compras que realizan las administraciones públicas rusas.
El fabricante de esta máquina de escribir alemana la recomienda “para la redacción de documentos secretos” y señala que “permite la creación de documentos bastante complejos”.
Otro fabricante que abastece al servicio secreto que se encarga de la seguridad del Kremlin apunta que cada una de sus máquinas de escribir deja una impresión de carácter individual único, algo que permite identificar los documentos escritos mediante la misma, según “Izvestia”. EFE