Atacadas 4 mujeres en Falcón, madre y tres hijas. Dos resultaron muertas, otra perdió un ojo, la cuarta, afortunadamente, sólo tuvo heridas superficiales de balas rasantes.
Un joven pimpinero de 24 años murió en Táchira. Fue golpeado y torturado con una manguera, finalmente le obligaron a beber combustible.
Sufrió quemaduras de tercer grado y murió por envenenamiento de gasolina.
Otro joven de 20 años resultó muerto de un disparo por la espalda el reciente fin de semana. El suceso ocurrió en el barrio La Alcabala de Petare, cuando regresaba de una fiesta y fue detenido en un puesto de guardia.
Este domingo, Leonardo Padrón, nos relató en su crónica: “Perdigones en la cédula”, la manera cruel, abusiva y sin piedad como fueron torturados, golpeados y humillados, al menos siete jóvenes que protestaban pacíficamente, en el estado Lara los días posteriores al 14 de abril para exigir un reconteo de votos.
Todos estos casos tienen un hilo que los une. Sus agresores se visten de verde oliva. Se hacen llamar soldados de la Patria, formados para la defensa y seguridad de los ciudadanos.
¿Quienes son estos personajes con licencia para torturar, maltratar y asesinar? ¿Cuáles son sus nombres? ¿Están presos? Sólo pregunto, porque en este expaís, como define a Venezuela el profesor Agustín Blanco Muñoz, hay venezolanos de primera a quienes la justicia no toca, la cárcel no les llega, sus delitos son tapareados y/o manipulados, quedan impunes pues. Al final, las víctimas terminan siendo unos bandidos y los victimarios hombres de bien.
En estos casos no hay twitters de la Fiscal o la Defensora del Pueblo para anunciar que “a los verde oliva les caerá todo el peso de la ley”. El que se hace llamar Comandante en Jefe no dice “ni esta boca es mía” convirtiéndose todos, en cómplices de una aberración por omisión.
Bien sabe usted, amigo lector, que aquí todo está al revés. El que trabaja, invierte y produce es perseguido y acosado por las instituciones gubernamentales para amenazarle con cerrarlo, multarlo y hasta matraquearlo. El que tiene empresa de maletín, le asignan dólares baratos, permisología rápida y todo tipo de facilidades para hacer un negocio que le reporté mucho billete, pero a él.
El mérito y conocimiento poco importa para obtener un cargo gubernamental, Lo sustantivo para ello, es la fidelidad al proceso, a la revolución.
El estudiante que exige condiciones y calidad, “quiere bañar las calles de sangre”. El médico que estudia y se prepara para ofrecer mejores servicios se le califica de mercantilista e inhumano, el maestro o profesor de valía para este régimen, es quien adoctrina, no el que forma.
Agustín, no quería aceptar que esto es un expaís, pero la realidad me golpea … y es en eso que nos hemos convertido. Lo peor es que no tenemos quien nos defienda.
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